miércoles, 24 de diciembre de 2014

Paternidad Ñoña y el Problema de la Navidad

Tal y como lo he explicado con anterioridad, no me gusta la Navidad. No es que la odie, ni quiera la destrucción del cristianismo y la llegada de Satan. Casi. Pero el punto de fondo es que la Navidad me importa un carajo. En casa no hay adornos ni pesebres ni árboles y no tengo la más mínima intención de entregar o recibir regalos.

Cuando uno intenta explicar esto a la gente que sí ama la Navidad, lo califican de Grinch a uno, pero eso tiene exactamente el mismo sentido que cuando la gente se entera que uno es ateo y te acusan de satanista. No puedes ser algo en que no crees. Ser Grinch significaría que la Navidad me importa lo suficiente como para odiarla. No es así. No tengo absolutamente ningún problema con que el resto del mundo celebre y disfrute la Navidad, simplemente, para mí, no significa nada.

Pero voy a tener un hijo.

Los hijos, durante los primeros años, son como tener un amigo borracho. No se entiende lo que dicen, se tambalean al caminar, vomitan y se cagan sin previo aviso, pero uno igual los aguanta porque los quiere. Uno hace un montón de cosas porque los quiere.

Y luego está la Navidad.

Tal como lo veo yo, la Navidad es un problema. En concreto la figura de Santa Claus / Papa Noel / Viejo Pascuero.

La dinámica que veo es la siguiente:

1.- El Padre le miente a su hijo diciéndole que existe una figura completamente ficticia que trae regalos a todos los niños. Esto lo hace porque los niños "necesitan magia en su infancia", aparentemente.
2.- El hijo crece creyendo en esa figura.
3.- A medida que pasan los años, la razón empieza a erosionar la posibilidad de que un viejo panzón entregue regalos a todos los niños del mundo en una sola noche, entrando a las casas sin que nadie se de cuenta, y dejando regalos con una diferencia abismal entre los niños pobres y los niños ricos.
4.- El hijo eventualmente se da cuenta que todo es una farsa.
5.- El padre se queja de que su hijo a perdido la inocencia, que en realidad no es inocencia sino que dejar de creer en una mentira que tú mismo le contaste para empezar, porque sentías que el niño tenía que creer en la "magia".
6.- El hijo crece diciendo cosas como "que pena que ya no sienta la Navidad como la sentía de niño".

Y así es como se propaga la idea generación tras generación.

Es algo que me parece estúpido.

"Hey, pero no porque tu no creas en la Navidad quiere decir que tienes que obligar a tu hijo a no creer en ella también"

De la forma en que veo las cosas, la gente que sí cree en la Navidad está obligando a sus hijos a creer en ella porque a ellos les guta y a todo el resto del mundo le parece algo perfectamente adecuado.

Claro que la Navidad no sólo es Santa Claus, también está todo el tema adyacente de Dios, Jesús y la religión al os que me suscribo aún menos y que si uno lo piensa, funcionan más o menos con la misma lógica que la dinámica descrita anteriormente.

Dicho esto, no tengo ni idea de cómo van a resultar las cosas. Tengo más o menos claro que la mayoría de las cosas que ahora imagino que haré o no con mi hijo no van a resultar como las imagino y no tengo la intención de frustrarme por ello. Si el broca cochi pide Navidad y todo el escándalo probablemente lleguemos a un acuerdo. Pero de momento, esta es la idea que me produce todo esto.

sábado, 11 de octubre de 2014

Lo que los Zombies me han enseñado.





Como la mayor parte de los nerds, me gustaban los zombies desde hace muchos años atrás.



Aunque conocía el concepto de antes, honestamente no recuerdo haber visto ninguna historia de zombies antes de ver el remake de The Night of the Living Dead en algún momento de mi adolescencia, una de esas noches en las que me quedaba viendo tres o cuatro películas seguidas en la tele. No mucho después jugué Resident Evil 3, y poco después de eso pasé varios meses leyendo, viendo e investigando todo lo que pillé sobre zombies. Porque así es como los nerds funcionamos.


Me gustan las historias de zombies porque toman el concepto de un muerto viviente, una persona reducida a la mínima expresión de sus necesidades (comer), y la unen con otro elemento que me parece fascinante: el mundo post apocalíptico. No todas las películas de zombies muestran esto, es sólo en los últimos años que pegaron los dos conceptos juntos y nos llenamos de apocalipsis zombie, y no todas las obras producidas muestran la parte que me llama la atención, que es el colapso de la sociedad.

Y aquí es donde mi posición varía drásticamente de la de muchos otros fans.

Por un lado, la relación con los zombies

Por muy introvertido y antisocial que sea, cuando veo argumento de que un apocalípsis sería genial porque podrías salir a matar zombies a destajo o que estaríamos mejor con una plaga, eso me cabrea.

El hecho de que a alguien le atraiga la idea de matar zombies por diversión es curiosa, porque en el fondo es ir matando gente que apenas se puede defender a sí misma excepto en grupos o espacios cerrados. Es una idea bastante psicópata teniendo en cuenta que la solución más óptima sería simplemente evitarlos.

Los zombies son, en el fondo, una metáfora de la sociedad como una masa uniforme. Creo que también simbolizan hasta qué punto hemos despersonalizado a los demás, que en el fondo somos todos nosotros, no sólo las grandes empresas, quienes vemos a la gente como números anónimos, caras carentes de profundidad. Pero peor aún, desechables.


"Mira a toda esta gente, autómatas de ojos vidriosos pasando por sus vidas, sin nunca detenerse a mirar alrededor y pensar! Soy el único ser humano consciente en un mundo de ovejas"



Pero la sociedad no está hecha de personas desechables cuya existencia sea dispensable. Nos necesitamos el uno al otro.

Considera lo siguiente. El computador, tablet o teléfono en el que estás leyendo esto. La plataforma de software en si que permite que puedas leer. El sillón donde estás ahora. La casa o el edificio donde vives. La ropa que llevas. Todo eso está construida por gente, está hecho por personas. No gente desechable. Personas. La única razón por la cual en este minuto no estamos viviendo en una cueva, cazando todos los días para sobrevivir, es gracias a las personas. Esas mismas que tan rápidamente son descartadas en las películas de zombies. 

Es posible que por la cantidad de gente que somos nos hayamos transformado en una masa anónima, es cierto que muchos de nosotros somos egoístas o estúpidos o quizás derechamente malvados y durante el día te topes con actitudes que te hacen odiar a la humanidad, pero no por ello puedes dar por sentado e ignorar todo lo bueno, noble y a veces magnífico que hacemos como raza humana.

Por otro lado, la relación con los supervivientes

Lo interesante es qué pasa cuando nuestro mundo cae. Es común en estas historias que sólo queden pequeños grupos de sobrevivientes civiles y a veces organizaciones que ya existían antes como ejércitos o policías. Las comunidades que se forman y sobreviven invariablemente tienen sistemas dictatoriales, ya sean positivos o más comúnmente negativos. Esto parte de la idea, diría que bastante realista, que por lo general la gente, por su propia voluntad, no es capaz de elegir poniendo primero el bienestar de los demás sobre el propio. La gente suele necesitar ser forzada a comportarse bien. Es por eso que en estas historias en cuanto el gobierno y la ley se van a la mierda lo primero que suceden son asesinatos, violaciones y saqueos. Porque en la vida real eso es exactamente lo que sucede. No por parte de todo el mundo, pero siempre parece haber una fracción de la sociedad que invariablemente se va a comportar de esa forma si no tiene un policía vigilando, una ley que le impida hacer lo que le de la gana.

También está todo lo que perdemos. La democracia se sostiene solamente cuando la mayoría de los poderes en juego se dan cuenta que es mejor cooperar entre si que luchar por el poder. Que el bien común tiene valor propio. Para tener democracia irónicamente hay que tener todo un sistema claro de castigo y ley por un lado, y por otro mucha gente. Las democracias en grupos pequeños no tienden a funcionar (¿Alguien recuerda los trabajos en grupos de la universidad?) y grupos más grandes con dos o tres líderes suelen tender a pelear entre ellos. Es solo cuando hay muchos más líderes y más gente que la democracia parece poder funcionar.

Por mucho que nos desagrade cómo funciona la sociedad y el sistema, las historias de zombies me parecen un recordatorio de cómo sería la alternativa, un mundo sin estructura. Cuando ves las noticias te pueden terminar por apestar los políticos, los ladrones de cuello y corbata, la corrupción, el narcotráfico, la delincuencia, andar en la calle te hace muchas veces odiar a los conductores imprudentes, el simple hecho de ver Facebook o Twitter te hace encontrarte con gente opinando a veces mostrando lo peor de la raza humana, pero lo cierto es que a final de cuentas todo esto es sólo un pequeño porcentaje de la humanidad en su totalidad. La mayor parte de la gente tiene a ser decente. Y eso es lo que las historias de zombies me han enseñado a valorar.

viernes, 8 de agosto de 2014

Por qué no he hablado de Gaza

Advertencia 1: Ya que parece que cada vez que alguien habla sobre Gaza sin mencionar los niños muertos en Palestina, es automáticamente calificado como simpatizante de Israel, déjeme dejarlo claro. NO estoy apoyando a NINGUNO de los dos lados. Y con esto me refiero solamente a ADULTOS. Dejo a los niños fuera de esto, algo que nadie, ni los protestantes ni los involucrados, al parecer está inclinado a hacer.

Advertencia 2: Este post es una opinión. Una opinión medianamente informada y principalmente subjetiva. Nada de lo publicado aquí quiere decir "esto es lo que todo el mundo debería pensar al respecto", a diferencia de la mayor parte de las cosas que he leído últimamente en Internet. Es solamente mi opinión al respecto, y probablemente esté equivocado.

Advertencia 3: Este post probablemente va a ofenderle, querido lector. No directamente, y no es mi intención principal hacerlo, pero como dije antes es mi opinión, y normalmente suelo tener opiniones fuertes. No es como para tomárselo personalmente. 

Entonces, hace casi un mes atrás, otro conflicto armado empezó en Gaza. No es nada nuevo. Para nada.

Si es la primera vez que escuchas hablar del conflicto entre Israel y Palestina, entonces o eres un adolescente o una persona brutalmente mal informada. En cualquier caso, por favor no empiece a emitir opiniones que tienen como única base los posteos que ve en Facebook. Es irritante. E irrespetuoso. Y completamente inútil, pero en mi opinión, prácticamente todo lo es. 

De hecho, no voy a escribir mi opinión respecto a la raíz del conflicto, o quien tiene razón. Porque todo el conflicto es completamente irracional. Y la gente que comenta sobre el conflicto tampoco está buscando un punto racional al respecto, simplemente están eligiendo lados lo cual ya es parte del problema.

Para empezar, no es mi guerra. Ok, lo sé, van a tirarme encima eso de "Cuando los Nazis vinieron" pero eso no es en absoluto lo que quiero decir. No se trata de porque no me afecte, porque no sea israelita o palestino, no me importe. Lo que quiero decir es que este conflicto es viejo. Por varios siglos. No puedes llegar y entrar al final y empezar a decir quién tiene razón y quién no. Ni siquiera es mi cultura, ni siquiera es mi religión. Así que de la misma forma en la que si alguien del otro lado del mundo llega a mi país y empieza a decir cómo tenemos que resolver nuestros problemas no me va a caer precisamente bien, no me siento con la capacidad moral de decir si lo que ellos hacen está bien o no, porque no puedes juzgar una cultura ajena a la tuya con tus propios valores.

Lo que sí puedes entender es que la muerte de civiles siempre está mal, pero más allá de eso, not really.

Además, como dije antes nade de esto es nuevo. Ya he leído antes sobre las razones del conflicto y no se trata solamente de política o de territorio, también se trata sobre religión e historia, y se remonta a muchísimo tiempo atrás. Es un montón de información, y causas, y razones desde los dos lados, y no puedo entender o compartir nada de eso porque en el fondo es completamente irracional. Porque se trata de religión. No hay racionalismo en ello. Tampoco lados correctos.

¿De qué diablos voy a escribir entonces? Bueno, básicamente sobre la completa y absoluta sensación de futilidad y lo irritante que está siendo el resto del mundo al respecto.

Durante las semanas pasadas, Internet se ha llenado de posteos sobre niños muertos acompañados de morbosas fotos en una cantidad igualmente morbosa. Artículos sobre el nivel de destrucción y el número de muertes civiles. Fotos de Israelitas siendo horriblemente felices respecto a palestinos muriendo. Países condenando los ataques y gente pidiendo no comprar productos de Israel para hacer boicot, protestas ante embajadas y otro montón de cosas similares.

¿Saben lo que no he visto? Que alguna de todas esas cosas haga una puta diferencia.

Los ataques continúan, los civiles siguen muriendo, y nada de lo que nadie haya hecho o dicho ha logrado evitar ni la destrucción ni la muerte.

Sé que suena duro y que va en contra de todo lo que te han dicho desde que eres pequeño, pero lamentablemente es cierto. Nada, absolutamente nada de lo que hagas, digas o pienses desde aquí cambia las cosas que suceden más allá de tu entorno inmediato.

Y en el caso de intentar detener o cambiar lo que pasa en Gaza, es absolutamente inútil.

Que no es lo mismo decirte que no digas nada o no tengas una opinión formada.

Compartir fotos de gente muerta en las redes sociales no ayuda en nada. En serio. Si tanto te preocupa, intenta compartir información verificada, investigada y objetiva que sirva para que otros puedan entender lo que sucede y que explique los hechos en la forma más clara posible, en lugar de gente usando fotos sacadas de contexto para exponer sus propias ideas y quejas carentes de hechos pero llenas de rabia.

Creo en la importancia de estar informado y tener una opinión al respecto. No 
porque sea algo intelectualmente admirable, sino porque es historia y debe de ser algo entendido. Porque si alguna vez ves una señal de que algo similar pueda llegar a suceder en tu entorno cercano y tienes las herramientas para influir en ello, vas a poder hacer algo. Porque aunque se vea como algo estúpido y radical y muy lejano, gente odiando a otra gente por la raza, clase social o religión sucede en todas partes, y puede estallar en cualquier momento.

Pero también creo que es importante ver las cosas con claridad.

Si estás en el otro lado del planeta y decides ir a una marcha en apoyo o en contra de alguien, no te engañes a ti mismo. No vas a cambiar nada. Te va a hacer sentir bien contigo mismo, eso sí. Te da una falsa sensación de tener algún tipo de control, que expresar tu opinión tiene alguna forma de impacto o que pueda llegar a cambiar algo. No lo hace. Y encima, para mucha gente, significa poder mostrar a los demás lo bien informado que estás, lo mucho que te importan los problemas de otros, lo altruista que te hace. Y si alguna vez usas todo esto para sentirte mejor que los demás, o decir algo del estilo "¿Cómo te puedes sentir bien y disfrutar la vida mientras suceden este tipo de cosas?" No. Just No. Lo que estás haciendo, es usar el sufrimiento de otros para sentirte mejor contigo mismo.

En el caso concreto de Gaza, es inútil ir en contra de toda una nación. Para empezar, ni siquiera todos los israelitas piensan que lo que está haciendo Israel es correcto. Ante esto puedes decir que si hay gente en contra de lo que está haciendo su gobierno, deberían protestar hasta que eso cambie, ¿verdad?. Ok, suena justo. Ahora dime, cuando tu propio gobierno hace algo que no te gusta, ¿Qué tal te ha resultado protestar contra ello? Yep, eso imaginé.

Puedes intentar protestar contra tu embajada más cercana. Puedes protestar ante una sinagoga, o un colegio, o donde sea que se reúnan judíos en tu país. Pero eso solamente te hace promover xenofobia. Ninguna de esas personas tiene un poder real para cambiar las cosas tampoco, y probablemente incluso estén de acuerdo contigo.

El hecho en sí de protestar es sumamente curioso. Puedes protestar por muchas cosas. Recientemente, cuando el rey de España abdicó, tuvieron un montón de protestas anti monárquicas, intentos de cambiar la constitución y acabar con la monarquía a través de un referéndum. Semanas después el príncipe fue nombrado rey. 

Las protestas hacen sentir a la gente que tienen una voz propia, que no son sólo un número más, una figura anónima, les hace sentir que tienen la oportunidad de tener un control sobre las cosas, de poder cambiar algo. Te dan una victoria moral y la sensación de ser socialmente consciente y activo. Pero al final son solamente chupetes sociales. Te hacen sentir bien contigo mismo y te dan la sensación de haber cumplido una meta, pero al final nada sucede.

No pienso esto de todas las protestas, por cierto. Creo que hay una excepción; cuando estás luchando por un cambio en tu entorno inmediato. De nuevo, no se trata de que esto sea egoísta, que sólo nos deba importar lo que nos afecta directamente, sino que simplemente tienes una mejor oportunidad de conseguir resultados. No porque la gente vaya a cambiar su opinión sobre algo gracias a tu heroica batalla ideológica, sino porque es posible, si tienes suerte, que mientras vayas en contra de quien sea que esté en el poder tu demostración sea vista por quien sea el político que en ese minuto está postulando en contra del que esté en el poder, y para ganar haga alguna promesa de cambio a favor de lo que tu quieres. Si tienes todavía más suerte, cumplirá al menos a medias esa promesa, lo que sigue siendo mejor que nada.

Entonces, ¿Estoy diciendo que todo lo que puedas intentar por Gaza para conseguir un cambio no tiene sentido y es completamente inútil? Si. ¿Deberías dejar de hacerlo? No.

Porque lo que sucede es algo simplemente terrible. Es la brutalidad y maldad descarnada de la humanidad, el peor lado de nosotros mismos, y está ahí para que lo veamos una y otra vez sin poder hacer absolutamente nada al respecto. Y si protestar te hace sentirte mejor, por lo menos te sirve a ti y por lo tanto no es una completa pérdida de tiempo.

¿Debería ignorar todo lo que sucede y limitarme a encender la tele y ver un reality? No, por favor no, principalmente porque ver un reality no es nunca una buena alternativa. Pero sobre todo porque es importante estar informado. Es lo que le impide a otra gente meterte mierda en la cabeza.

El horror y la muerte y la destrucción son parte de la naturaleza humana. Te rompe el corazón no poder hacer nada al respecto, pero lamentablemente no hay mucho que hacer. Porque el mundo, tal como yo lo veo, no es un lugar sobre el cual uno tenga mucha capacidad de control sobre él mismo. Es mejor acostumbrarse a ello. 

Sé que suena cínico, pero yo lo veo como algo simplemente lógico. Si quieres realmente hacer del mundo un lugar mejor, no te sirve de mucho protestar por Gaza, Siria, Afganistán, Iraq, África, o cualquiera de los otros conflictos activos. Lo que sí puedes hacer es intentar ser una buena persona en tu entorno inmediato. Ser amable con la mayor cantidad de gente posible, especialmente con la gente que no se lo merece. No por dar la otra mejilla, sino porque no hay nada que los vaya a enfurecer más que ser amable con ellos.

Creo que lo que intento hacer es ir en contra del falso sentido de control y la superioridad moral, vacías demostraciones que hacen creer a la gente que son mejores personas de los demás. No porque sienta la necesidad de apuntarlos con el dedo, sino que para impulsar la idea que las demostraciones altruisticas por algo que es tan lejano a tu mundo no significan ni la mitad de lo que significarían las demostraciones altruisticas para la gente a la que ves todos los días. Es muy difícil que vayas a provocar un cambio en la política de Israel desde Chile con tu protesta y tu interés en lo que va mal, pero si diriges el mismo sentido de ayuda y empatía hacia la gente con la que trabajas y vives todos los días, es mucho más posible que logres cambios positivos. Son cambios microscópicos, no son cosas que vayan a salir en las noticias y probablemente no vayas a hacer historia. No te vas a hacer famoso, pero vas a producir un efecto muchísimo más importante y significativo.

viernes, 20 de junio de 2014

Por qué no me gusta el fútbol

No creo que necesite explicarle a nadie por qué decidí esta semana escribir sobre fútbol. No veo televisión, ni voy a una oficina todos los días, y aún así me encuentro con fútbol por todos lados. Y sigue sin gustarme.

A pesar de que varias personas a lo largo de mi vida me lo han sugerido, el que no me guste algo que a todos los demás sí no quiere decir que esté intentando forzadamente llamar la atención. Si es que significa algo, es que no me va a gustar algo sólo porque a los demás les guste.

En los últimos días he escuchado a varias personas decir que "está de moda odiar el fútbol", lo cual es muy divertido porque lo dicen con el mismo tono que otras personas dicen "ahora está de moda ser gay", como se habla de una moda pasajera o de alguien que no ha madurado lo suficiente como para entrar en razón. Hay gente a la cual el gusto por el fútbol les parece algo tan intrínseco, tan propio de la naturaleza humana, que cualquier persona que no lo comparta tiene un grave problema. 

Lo cual me lleva a mi reflexión de fondo. No odio el fútbol.

No me gusta. Me parece aburrido. No le veo la gracia. No me hace vibrar ni sentir nada de nada. Pero no lo odio.

Lo que me produce un fuerte rechazo son sus fans.

Tampoco todos sus fans obviamente. La mayor parte de la gente con la que me relaciono no reacciona hacia mi falta de aprecio por el fútbol con algo más que una mirada rara. Pero hay un cierto grupo de personas a las cuales al parecer les ofende el que a uno no le guste el fútbol. 

No creo que alguien sea menos inteligente porque le guste el fútbol. Sé que hay gente que vincula la pasión por la pelota con falta de inteligencia, lo cual francamente al ver a los barristas saltando arriba de los buses o quemando la ciudad ya sea porque ganaron o perdieron, es hasta cierto punto entendible. Pero tengo la impresión de que si a esas personas les gustase el ajedrez en vez del fútbol igual terminarían rompiendo algo en la vía pública. El fútbol es solamente una excusa. 

No me siento más inteligente porque no me guste el fútbol, y ciertamente disfrutar de esa pasión no te hace menos inteligente. Aunque sí hay un factor de irracionalidad importante.

Los fans se comportan de una manera irracional respecto al fútbol precisamente porque lo sienten como un fanático religioso siente su creencia. El fútbol no es algo racional. Es emocional.

En estos días he escuchado también un par de veces decir "El fútbol es una religión". Y aunque esa afirmación no termina de gustarme, me ayudó a entender algo fundamental.

Mi principal reparo con la idea de que el fútbol sea una religión es que estas, ya sean extremistas, nuevas, antiguas o tolerantes, a diferencia del fútbol ofrecen siempre un sistema moral. Qué está bien y qué está mal. Cómo comportarnos para ser mejores personas. El fútbol no hace nada de eso.

El fútbol les da a sus seguidores una pasión, un fanatismo que les permite hacer y decir cosas que en otras circunstancias no harían. 

Es una excusa para sentirse libre de cualquier responsabilidad o culpa. Cuando hay un partido, especialmente si juega la selección, es comprensible para la sociedad que no trabajes o salgas antes, que el partido se vea en la oficina con un asado y cerveza, o si el partido es por la noche llegar tarde al día siguiente al trabajo o sencillamente no aparecer. Puedes ser disculpado de cualquier comportamiento social que en otra ocasión sería castigado. A eso, estos días le llaman "Modo Mundial". 

No ser parte de él está muy mal visto. Frecuentemente, viene con acusaciones que empiezan en poner en duda tu orientación sexual y terminan en acusaciones de ser anti patriótico. Cuando escucho eso, una parte de mi cabeza no puede evitar decir "estamos hablando de 22 personas corriendo detrás de una pelota".

Cuando intento explicarle a alguien que no me conoce que no me gusta el fútbol, prácticamente tengo que pedir disculpas. Como ser humano y particularmente como hombre, se espera de mi que me guste el fútbol o de lo contrario soy castigado con la misma severidad que durante la Inquisición. Es el mismo fervor religioso. Lo cual es particularmente gracioso cuando el castigo social viene de gente que abiertamente se ha reído de lo ridícula que eran las creencias religiosas antiguas y la gente que aún las práctica con devoción. Otras veces los inquisidores son personas que tienen fuertes opiniones contrarias al fascismo pero son completamente ciegos a la ironía.

En cuanto a si alguien es más o menos hombre por gustarle el fútbol, me parece que alguien que sea fan de ver a 22 hombres en pantalones cortos, toqueteándose entre ellos durante los tiros libres y sacándose la camiseta después de cada partido no está viendo las cosas con una perspectiva completa. A esto hay que sumarle que todo el espectáculo alrededor del fútbol, todas las horas de transmisión y prensa deportiva, la idolatría a los jugadores, lo que hacen son sus vidas personales y sus conflictos con otros jugadores no tiene ninguna diferencia en cómo funciona la prensa de farándula. 

Finalmente, hay otro punto en el cual el fútbol se parece a la religión: hay gente que lo usa para odiar. 

Durante las épocas en las que no juega la selección, el fútbol se usa para odiar a los equipos que no son el tuyo. Para la mayor parte de la gente esto es algo lúdico, una especie de broma interna. Para los más apasionados la cosa es más seria. A los equipos y a sus seguidores se les adjudica una clase social específica y se les odia desde ese punto en adelante. Lo cual me parece particularmente gracioso porque los fanáticos, según sus propias palabras, son capaces de darle todo por su equipo mientras que sus jugadores y entrenadores se cambiar de equipo por dinero sin mayores problemas ideológicos. Cuando juega la selección, el fútbol sirve para odiar a otros países. Lo cual, seamos justos, no es tan difícil tampoco teniendo en cuenta lo xenófobos que somos a nivel país. Pero claramente no ayuda mucho.

Con todo esto no pretendo que a nadie le deje de gustar el fútbol. Toda esta reflexión no pretende juzgar a las personas que le gusta el fútbol, sino entender (porque para eso escribo, porque es una forma que me ayuda a interpretar el mundo) por qué para algunas personas, el fútbol es algo sagrado sobre lo que no se puede discutir a menos que pienses igual que ellos.

No soy nadie para juzgar las pasiones de las otras personas, así como espero que nadie me juzgue por las mías.



viernes, 6 de junio de 2014

Por qué dejé de escribir ( y por qué volví a hacerlo)

Recuerdo una noche, hace muchos años atrás. Estábamos en la casa de un amigo, en esos carretes que se arman cuando uno es adolescente y no tiene ganas de pasar tanto tiempo solo y elige juntarse con gente que no tiene en común contigo mucho más que el hecho de que están pasando por una adolescencia igual o peor que la tuya. Son momentos que no tienen nada de especial mientras están sucediendo, y sólo el tiempo y el recuerdo lo transforman en algo memorable.

Recuerdo estar discutiendo sobre la vida, porque eso es algo que suele hacer la gente cuando se reune y empieza a tomar piscolas, no importa la edad que tengas. Excepto que cuando uno es más joven tiene más valor para decir las cosas, porque con el tiempo uno va perdiendo el valor y las ganas de exponerse tanto.

Recuerdo una larga discusión respecto a si la vida es simple, brutalmente simple, o complicada, tremendamente complicada. Estaba del lado de que la vida es simple. Lo cual quizás es cierto, quizás no. Probablemente depende más bien de tu percepción subjetiva más que de una realidad objetiva. Creo.

Hablo de esto para entender por qué a veces dejo de escribir. En general, por qué dejamos de hacer cosas que nos gustan sin encontrar una razón específica para ello. Y uno puede caer en el error de pensar que es por una serie de razones muy complicadas.

En verdad, la realidad es más simple.

Escribir me gusta. No sólo eso, sino que además me ayuda. Es más fácil entender las cosas cuando las escribes, porque te obligas a poner tus pensamientos en orden, darle un hilo lógico, una continuidad.

Desde que me fui de vacaciones en Abril que no había escrito en este blog. No es que no haya tenido algunas ideas, aunque es cierto que me ha costado darles forma. Uno empieza una idea, escribe un par de frases, y luego termina sin saber muy bien cómo continuar, cómo llegar a una conclusión. Es algo sumamente metafórico, ahora que me doy cuenta.

Pero entonces recordé que escribir bajo esa estructura es un poco inútil. Porque si quiero escribir sobre algo para dar una conclusión, en cierta manera estaría intentando enseñar algo, demostrar un problema y una conclusión, ya eso no es como funciona la vida. Esta está llena de ideas sin concluir, sin solucionar. A menos que tengas una fe religiosa y puedas responder cualquier duda con una verdad absoluta. No es algo de lo que me sienta partícipe.

La idea de escribir aquí era simplemente escribir. Soltar cosas, darle cierta forma, y nada más que eso. Al recordarlo, me fue más fácil escribir.

Porque no tengo una respuesta muy clara de por qué dejé de escribir siendo que es algo que me gusta tanto. Pero si tengo claro que no es sano dejar pasar demasiado tiempo así.

Así que eso.


viernes, 4 de abril de 2014

La Tiranía de lo Normal: Género Edition.

Llevo un mes sin actualizar este blog. Me di cuenta recién hoy de la cantidad de tiempo que ha pasado. Porque esas cosas pasan cuando uno es un adulto, el tiempo pasa y uno no se da cuenta.

Como por ejemplo, uno va y se define como adulto en la frase anterior y sólo después de escribirla se da cuenta "sí, creo que soy un adulto".

Ser ñoño o geek o friki o lo que sea, y ser adulto al mismo tiempo es un poco difícil. Para mucha gente, no se es adulto hasta que se deja de leer comics, jugar videojuegos y ver películas con naves espaciales. La sociedad tiene etiquetas muy bien definidas respecto a qué es cada uno según lo que haces con tu vida.

Entender eso fue uno de los primeros momentos en los que me di cuenta que lo más sensato es mandar a la mierda a la sociedad. Inmediatamente, la sociedad me calificó como inmaduro por tener esa respuesta.

La gente desconfía y teme lo que no conoce. Por eso le pone etiquetas grandes y fácilmente reconocibles a todo lo que ve, porque así es más fácil vivir la vida para ellos. Pero el mundo es demasiado complejo y cambiante para que esto resulte. La mitad de las personas viven su vida bajo etiquetas y poniendo etiquetas a los demás, mientras que la otra mitad se define luchando contra esas etiquetas.

Para mi no se trata de luchar por ser distinto, nunca he pensado "quiero ser diferente así que me va a gustar esto, o voy a tener tal opinión para no ser como los demás". Ser distinto es algo que simplemente pasa. Tampoco es algo que te defina como persona, creo que ser diferente es algo normal, y es cómo reaccionas a ello lo que marca la diferencia.

Pero ser adulto y ñoño al mismo tiempo no es el único conflicto de etiquetas al que me he enfrentado Ya hablé anteriormente sobre cómo la sociedad impone cosas sobre uno cuando es distinto, pero esta vez voy a hablar sobre lo que se espera de uno cuando se es hombre. Con frecuencia se habla de las etiquetas y expectativas que pone la sociedad sobre la mujer, pero no tienen la exclusividad en cuanto a imposición de roles.

Se espera de mi que por ser hombre tenga ciertas características específicas, pero nunca las he terminado de entender bien:

- Me tiene que gustar el fútbol. Es perfectamente adecuado sentir una especie de fervor religioso al ver un partido, hacer que todo tu día gire en torno a él y que afecte todo el resto de la semana según el resultado, y aparentemente a nadie le parece un poco gay que un montón de hombres se reúnan a mirar cómo otros 22 hombres en pantalones cortos corren durante hora y media. Si van al estadio es perfectamente normal que todos se pongan la camiseta de su equipo y se pinten la cara. Eso es básicamente Cosplay.

- Se espera de mi que sea una especie de depredador sexual. Si es que no soy lo suficientemente hombre como para ser infiel directamente, tengo que tener una tendencia al coqueteo y la conquista del sexo opuesto. Me tiene que gustar la idea de salir sólo con amigos y jotear grupos de mujeres solas. O ir a un topless. También me tiene que gustar si o si el tipo de mujer que sale en la tele: muy delgada, con mucho maquillaje, silicona en varias partes, y con poca ropa.

- La relación que debo tener con mis sentimientos debe ser inexistente, por lo menos estando sobrio. También está la tendencia más moderna del hombre sensible y llorón. O sea, debo o dejarme dominar por los sentimientos o ignorarlos, pero jamás enfrentarlos y saber lidiar con ellos.

- Cocinar sólo es aceptado para hacer asados o un plato para conquistar a una mujer. Un sólo plato. Todo lo que sea limpieza, planchar, compras del supermercado, pagar cuentas y otros quehaceres domésticos deben de ser sistemáticamente ignorados porque no son cosas de hombres.

- A las mujeres "no debo entenderlas sino que quererlas", y lo peor de todo es que esa frase se la he escuchado por igual a hombres y mujeres. O sea, la mujer es una entidad misteriosa, que está libre de regirse por leyes lógicas y cuya identidad e intenciones no pueden ser descubiertas, una mezcla entre un misterio religioso y un niño de 2 años, pero nunca un ser humano.

- Tengo que tener auto, tengo que manejar rápido, ser agresivo en la calle para que nadie me pase a llevar, y en lo posible tener un auto lo más grande y caro posible porque eso determina directamente mi valor como persona. Oh, Freud.

Yo todo esto se supone que debe de construir a un hombre hecho y derecho, un orgullo para la sociedad.

Fallar en uno o más de estos puntos supuestamente me hace poco hombre. Lo cual me parece notablemente irónico ya que mi definición de ser hombre tiene problemas con todos esos puntos.

La Tiranía de lo Normal tiende a absorber y asimilar a las personas que no están particularmente dentro de las etiquetas de género. De la misma forma en la que mi esposa tiene problemas para ser aceptada como una mujer fuerte e independiente, algunas personas fruncen el ceño cuando se dan cuenta que no me gusta el fútbol, me preocupo de limpiar y cocinar en casa y no tengo ningún problema con no ser el que gana más dinero en la pareja.

Por supuesto siempre he procedido a mandar a la mierda a cualquier persona que tiene un problema con ello. No estoy escribiendo esto porque sea una herida abierta sino porque creo cuando uno habla desde fuera de las etiquetas ayuda a debilitarlas. Y eso me parece fantástico.





viernes, 28 de febrero de 2014

Mis recuerdos épicos del cine de los 80

Admito que odio prácticamente todo lo relacionado con los 80, y nada me provoca más rechazo que cuando la gente dice que esa época era lo mejor. Y que todo lo que ha venido después es una mierda. Que conste que me sucede exactamente lo mismo con los 90, y en general con cualquier generación. No porque odie cualquier cosa sobre la faz de la tierra, sino porque realmente me desagrada esa costumbre de la gente de pensar que la época que ellos vivieron es lo mejor de la historia de la humanidad y que todo lo que viene después es una mierda. Que los niños de ahora no saben lo que es bueno. Ugh.

Sin embargo hay algo que si me gusta mucho de los 80; las películas. Reconozco su calidad porque aún cuando las veo ahora, superan el test de la nostalgia. Sí, tienen horribles efectos especiales (no es que el CGI sea perfecto por lo demás) y las historias se contaban con un ritmo muy distinto, pero también me sorprende lo arriesgadas que eran. O sea, Lethal Weapon tiene un suicidio en los primeros 10 minutos, y un intento de suicidio hacia la mitad de la película. Ese tipo de cosas ya no se ven en las películas mainstream ahora.

Gran parte de estas películas las vi antes de los 15, y son una gran influencia en lo ñoño que terminé siendo. Fueron películas que me impresionaron y maravillaron, que me hicieron soñar e imaginar. A veces tan sólo por un detalle o una escena.

Los libros de ocultismo de Ghostbusters.

En la primera película, el recientemente fallecido Egon menciona el "Tobin's Spirit Guide", un libro de historia sobre cultos satánicos, demonios, fantasmas y otras entidades supernaturales de esta u otra dimensión. Casi me explota la cabeza con la idea de que algo así existiese realmente.



No encontré la escena donde mencionan al libro en la primera película, pero no importa mucho. Las dos películas hablan con frecuencia de este tipo de libros, fue mi primer contacto con la demonología y yo para ese entonces ya me sentía completamente fascinado con la idea de fantasmas y demonios (no tanto con los ángeles, que hasta el día de hoy me parecen principalemente aburridos). Cuando vi esa película no había descubierto a Lovecraft aún, así que fue mi primera noción sobre el ocultismo. Pero fue la forma de abordarlo la que más me gustó; en lugar de ser verdaderos creyentes (que siempre se ven tontos en las películas cuando uno es ateo de pequeño) eran científicos analizando un hecho objetivo. Era genial. Además, para aquel entonces ya había buscado en la biblia las partes que hablaban del infierno y todo eso, pero buscar en un libro como ese sin tener un ctrl + b es horrible. Y tampoco hay demasiada información al respecto ya que estamos. Prácticamente toda la mitología de ángeles y demonios es completamente apócrifa.

La bodega del final de Riders of the Lost Ark.

Después de que Indiana Jones derrota a los nazis y recupera el Arca en Riders of the Lost Ark (aunque teorías más modernas han probado que Indy no hizo prácticamente nada), aparece el gobierno norteamericano que promete guardar el arca en un lugar seguro, donde guardan ese tipo de cosas.
Tanto Riders of the Lost Ark como The Last Crusade siguen siendo de mis películas favoritas, y mientras escribo esto me doy cuenta de que tienen un montón de mitología esotérica cristiana y eso es gran parte del atractivo que les encuentro. 



Pero es esta idea final, la idea de que algo tan organizado como el gobierno norteamericano (O al menos en aquella época me parecía una institución seria y organizada. Tenía 12. No me pueden culpar por ello.) tuviese un lugar donde almacenaba y catalogaba objetos sobrenaturales me parecía increíble. La escena está diseñada para que tu cabeza diga "quiero saber qué hay en cada una de todas esas cajas". Pocas escenas me han estimulado tanto la imaginación.

He vuelto a encontrar varias veces el mismo concepto en otros medios, pero sigue fascinándome. The X-Files también tuvo una escena similar donde guardaban un implante alienígena en una habitación llena de otras muestras. La idea central de Friday 13th The Series era parecida. También está Warehouse 13, que se transformó rápidamente en una de mis series favoritas, añadiendo varios toques steampunk. Pero mi favorito es el recientemente descubierto The SCP Foundation. Usando el formato de Wiki, consta de una gigantesca colección de archivos que relatan con tono de informe secreto gubernamental un objeto, ente o suceso paranormal escondido de la opinión pública por la seguridad de la raza humana. Los casos varían entre objetos cotidianos con efectos incluso graciosos a pesadillas lovecraftianas completamente aberrantes. Algún día escribiré más sobre eso.


Los comerciales de Robocop.

No voy a hablar de la película en sí porque merece un posteo completo. Fue una de mis películas favoritas de niño y sigue siéndolo hasta el día de hoy, donde las predicciones de un Detroit semi apocalíptico terminaron siendo completamente reales. Pero dejando aparte la película en sí, hay algo realmente increíble con sus comerciales.



Hay un cierto Status Quo el que nosotros como sociedad no cruzamos. A pesar de todas las diferencias que tenemos, los distintos puntos de vista en sexualidad, política y religión, hay ciertos límites dentro de los que nos movemos que son relativamente constantes. Por ejemplo, aunque produzcamos películas de ciencia ficción futuristas (estoy hablando de lo mainstream), los niños siguen siendo algo cuya inocencia se debe proteger y cuidar. No insensibilizar respecto a los horrores de la guerra y la crudeza de la política internacional al trivializar estos conceptos en un juego de mesa. Familiar.



Aunque quizás si hemos llegado a ciertos extremos en los que la vida de alguien, si incurre en delito, no merece ser preservada. Al menos ciertas personas así lo piensan.

Los comerciales de Robocop toman elementos que normalmente no aceptaríamos como algo cotidiano, y lo muestran como algo tan aceptado y comercializado sin culpa como lo es un comercial. Ese detalle es lo que ayuda a sumergirse y entender el futuro en el que se encuadra Robocop.

Bonus Track: Aunque está muy lejos de los 80, la propaganda militar de Starship Troopers- También dirigida por Verhoeven, satiriza la mentalidad de guerra usando elementos de ciencia ficción y propaganda real de la Segunda Guerra Mundial.




La fantasía urbana de Big Trouble in Little China




La idea de la Fantasía Urbana ya estaba dando vueltas antes de los años 80, aunque fue por ese entonces que realmente se materializó. Para mi, la primera vez que vi una mezcla de vida urbana (Barrio Chino, trabajadores de puerto, San Francisco) y magia junto con temas sobrenaturales. Y aluciné.
Creo que fue Stephen King quien dijo que el terror clásico era algo que sucedía en un castillo lejano en algún lugar de Europa, pero lo que él hacía era terror que transcurría en tu cocina. Aquí se aplica la misma lógica, en lugar de restringir la magia a la época medieval, antes de la Iluminación y la aparición del pensamiento científico, trae todos estos elementos a una ciudad moderna. En mi caso, amo las ciudades desde niño. Los bosques, sólo de visita y en pequeñas dosis.
Más tarde leí algunos libros del género, descubrí el comic de Hellblazer, vi Highlander (¡Peleas de espadas en callejones de la gran ciudad!), y mucho más tarde llegó Buffy, Supernatural y ahora Grimm, Sleepy Hollow y Lost Girl.

Bonus Track: La Fantasía Clásica.

No tengo muy claro las razones de fondo, pero alguien en Hollywood decidió que era muy buena idea ponerse a hacer muchas películas de Fantasía. Estamos hablando del genero en forma clásica, historias ambientadas en una época que mezcla lo medieval con la magia en diversos grados de seriedad y éxito. Por un lado estaba el trágico romanticismo de Ladyhawke, el romanticismo humorístico de The Princess Bride, las aventuras graciosas de Wilow, o la seriedad brígida de Conan.

Las Ciudades
Como dije antes, me gustan las ciudades. Mucho. Respeto la naturaleza, me encantan las montañas, los bosques y la playa, pero de lejos. Crecí en una ciudad (pequeña, pero ciudad al fin y al cabo) y ya estaba enamorado de ella. Después llegué a Santiago y pasé a ser de las pocas personas que realmente aman esta ciudad.

La ciencia ficción se concentra, en parte, en preguntarse cómo serán las cosas en el futuro. Una de esas cosas es, obviamente, las ciudades. No me había dado cuenta de esto hasta que empecé a hacer esta lista y me di cuenta de la cantidad de recuerdos que tenían en común la ciudad donde se desarrollaba la historia, a veces más que la historia misma.



Los Angeles en Blade Runner. La lluvia constante, los edificios gigantes, los autos que vuelan, la mezcla de culturas, las multitudes y los edificios vacíos, todo unido a lo que fue mi primer acercamiento al Cyberpunk. Un género que incluye ciencia ficción, ciudades, y computadores. Amor a primera vista.



A los 13 fui a ver Akira. Era una época en la que nadie sabía muy bien lo que era el animé ni que estaba entrando a ver una película que me influenciaría para el resto de mi vida y que claramente debía ser para mayores de 18. No habían más de 10 personas en la sala. Y entonces, empieza una toma extendida de una ciudad increíble, sólo para ser destruida y reemplazada por otra ciudad aún más increíble. Y con motos.




Pero no hace falta que una ciudad sea de ciencia ficción para ser genial. Gotham City de Burton es oscura, gigantesca, siniestra, y... bueno, gótica.

Todas estas ciudades me fascinaron en su momento, por ser tan distintas a las ciudades reales pero a la vez, tan similares en algunos aspectos. El diseño es frecuentemente poco práctico, pero para eso están las películas. Para mostrar cosas geniales, no prácticas y mundanas.

El futuro Post Apocalíptico.

Mucho antes de Fallout, Walking Dead, Revolution, The Last of Us y Resident Evil, en los 80 aparecieron varias películas post apocalípticas fruto del pánico nuclear de la guerra fría que desaparecieron abruptamente después de la caída del muro de Berlin y que ahora vuelven a estar de moda.




Mad Max era brutal. Principalmente, porque lo que recuerdo es que fue una de las pocas películas que mis padres dudaron en dejarme ver porque su nivel de violencia fue ampliamente publicitado. No recuerdo que me haya parecido realmente violenta en su momento, pero eso es quizás porque cuando uno es niño es mucho más insensible a ese tipo de cosas que cuando uno se hace viejo. Es con la edad donde uno se pone a pensar en que matar a una persona es en realidad algo terrible. Por eso son los viejos los que se preocupan de censurar cosas, mientras que los niños consumen violencia sin que les afecte mayormente.

La ausencia de ley, el caos, la violencia. Y los autos.



Escape from New York es una de las películas de acción mas ochenteras que existen. Un futuro lúgubre y fascista donde la solución al crimen era juntarlos a todos y levantar una muralla gigante para contenerlos. Lo cual ahora puede parecer extraño, pero en los años de Reagan donde New York era una de las ciudades más peligrosas del mundo, no parecía tan raro.

Hablando de lo Post Apocalíptico, no me he olvidado de Romero y su trilogía de zombies. Lo que pasa, es que pretendo hablar de eso extensamente, en el futuro.

Alienígenas en la cola del supermercado



Los alienígenas no eran algo raro en el cine de los 80. Estaban los aliens de Star Wars y los de Star Trek. En la televisión, los lagartos de V se escondían bajo apariencia humana. Pero en Alien Nation, los alienígenas buscaban refugio en la tierra y se incorporaban a la vida cotidiana. Y no fue sólo esa idea que en su momento me pareció realmente novedosa y revolucionaria, detrás estaba el concepto de los cambios sociales que los alienígenas producían en nuestra sociedad. No lo sabía por aquel entonces, pero fue este tipo de elementos de ciencia ficción lo que me hizo interesarme por la historia y los movimientos sociales.

Alienígenas y Soldados




Esta fue la primera vez que vi dos elementos que realmente me fascinaban, juntos. Por un lado, crecí viendo muchas películas de militares y batallas. La guerra, los soldados, la violencia y las armas son cool cuando uno es niño. Imagina que pones a todos esos soldados, en el espacio. Con armas gigantes y con scanners. En una nave espacial gigante, con una nave de descenso aún más genial, y un vehículo terrestre igual de genial.  Y a eso le sumas alienígenas. O sea.

No alcancé a ver todas las películas de los 80. Iba con frecuencia al cine, pero no tenía amigos que disfrutasen mucho de la ciencia ficción. Tampoco tuve VHS hasta los años 90, cuando mi hermana compró uno. Así que tres de las mejores películas de esa época las tuve que ver mucho después, algunas el año pasado. Pero seguían siendo geniales.




Pocas películas son tan bizarras como Bukaroo Banzai. La mezcla de elementos dispares y mezclados sin mucho cuidado me recuerda mucho la ciencia ficción de los años 60 y 70. Heinlein, K. Dick, Vonneguth. Hay aliens. Y viajes dimensionales. Y espadas. Con guitarras eléctricas.




They Live también es una película un poco rara. Porque tiene un personaje muy idiota, un ritmo desordenado, pero una idea muy poderosa detrás. El concepto de una invasión alienígena pasiva, que nos controla a través de la publicidad. Absolutamente genial.




Y finalmente Brazil, que me parece una versión mucho más arriesgada, rara, política y social que Blade Runner. Y fantástica en todo aspecto.

Antes de terminar, debo aclarar que dejé muchas películas fuera. Tanto Star Wars como Star Trek tienen tanto material, que hasta yo me aburro pensando en todo lo que quisiera escribir al respecto. Quizás en el futuro podría escribir sobre algunos elementos aislados, como para dosificar.

No olvidé Tron entre los recuerdos. Es sólo que tanto en ese momento como hasta el dia de hoy, me parece una película aburridísima.

Y para el final, los autos. No voy a hablar mucho sobre ellos porque basta mirarlos, hablan por sí mismos de lo absolutamente geniales que son. Sí, sé que dos de esos son de series, no películas. Pero son épicos. So shut up.





viernes, 21 de febrero de 2014

Salvar al universo y quedarse con la chica



La idea general detrás de Star Wars, es que el sobrino (spoiler alert: no es realmente el sobrino) de un granjero en un planeta sin importancia se ve involucrado en una rebelión que busca derrocar el imperio, y termina siendo capaz de ser el único en realizar el disparo que destruiría la amenaza a todo el universo con la ayuda de una fuerza espiritual en la que nadie creía, y que además termina salvando a una princesa (spoiler alert, la princesa es su hermana). Uno pensaría que las advertencias de spoiler no son necesarias, pero todavía hay gente que no ha visto estas películas. Y que aún así, se hace llamar gente.

Es cierto que en el cine hay de todo tipo de géneros. Pero el cine mainstream de Hollywood, con el que uno creció en los 80, seguía hasta cierto punto esa fórmula.

Bruce Willis salvaba un rascacielos y recuperaba a su esposa. Marty McFly tenía que salvar el presente y a su familia, y se quedaba con su novia. Kyle Reese y Sarah Connor salvaban el futuro aunque ella se quedaba sola (probablemente por ser mujer). Indiana Jones nos salvaba de los Nazis y se quedaba con la chica. Los Cazafantasmas salvaban el mundo y Venkman se quedaba con la chica. Luke Skywalker salvaba a todo el universo y se quedaba con la princesa. Casi.

Antes de seguir, quiero aclarar que no creo que esto haya sido la consecuencia de una conspiración cultural que buscaba imponer valores patriarcales en las nuevas generaciones. Más bien era el síntoma. Aunque a veces el resultado es tan condenadamente idóneo que sí parece ser a propósito. Menciono esto más adelante.

En Hollywood, tienen tan claro el concepto que resulta extremadamente difícil que una película de acción o ciencia ficción en la que el protagonista sea un héroe logre financiamiento si no tiene una historia romántica, de preferencia con un final feliz. Es por eso que hasta la fecha no hemos visto una película decente de Lovecraft.

Sé también que hay gente que no se toma particularmente en serio las películas, y que quieren pasar un buen rato, que todo termine como se espera que termine. Que ganen los buenos y haya un final feliz. Sin sorpresas. Sin desviaciones. A veces, esas son el mismo tipo de personas que tienen muy claro lo que es normal y todo lo que se desvíe de esa norma debe de ser corregido o ignorado.

Pero las películas no dan lo mismo. No sólo reflejan el mundo, sino que son parte de nuestra cultura y afectan la forma en la que vemos la realidad. La mayor parte de las personas piensan que es perfectamente posible, por ejemplo, que un disparo a las piernas puede detener a alguien en lugar de matarlo en segundos si se llega a perforar una arteria. O que los silenciadores realmente silencian un arma. O que los autos explotan al caer por un barranco.

Vuelvo a la idea original.

Salvar al universo y quedarse con la chica tiene detrás dos ideas muy potentes.

Por un lado, la idea de salvar el universo. En la mayor parte del cine de los 80 hasta la fecha, las personas que salvan el universo es alguien completamente normal que de repente se ve involucrado en una aventura. Puede luchar junto a personas que están totalmente familiarizados con el ambiente en que se mueven, a diferencia del protagonista, quien se destaca de los demás y gana porque tiene algo especial que los demás no tiene. Frecuentemente, es puro de corazón, o realmente quiere creer.

O sea, un pelotudo que sale de la nada logra dominar tecnología que no ha visto en su vida mejor que quienes han recibido entrenamiento, y salva el universo. La noción de que no hace falta ser especial, de que puedes ser alguien que no tiene absolutamente nada de especial excepto un buen corazón y la intención de hacer algo noble, y que basta con una leve pincelada de conocimiento técnico y religioso para transformarte en el mejor de la noche a la mañana, es un concepto sumamente peligroso. Porque para el que no tiene nada de especial, le da la idea de que no necesita trabajar duro y esforzarse, sufrir, para obtener un resultado. Sólo tiene que quererlo con muchas ganas.

La parte de salvar el universo es igual de grave que lo anterior. Porque detrás de la idea, está el concepto de que la única forma de dar sentido a tu vida, de destacarte y lograr aceptación y admiración, es hacer algo que no sea menos importante que salvar todo el universo. No quiero decir que salvar el universo, o el mundo, no sea algo noble. Pero no es práctico. Puedes pasar toda tu vida luchando por la naturaleza o los animales, vas a lograr pequeñas victorias, pero no un cambio significativo. No durante tu vida por lo menos. Quizás influencies a las generaciones posteriores, pero si además tienes la idea de que lo quieres todo y lo quieres ahora, te vas a frustrar. Mucho. Y si lo ves desde el punto de vista conspirativo, eso es bastante útil. Porque eso te da una generación que intenta hacer algo noble, falla, y luego se queda conforme con lo que suceda el resto de su vida porque ya lo intentó.

La vida raramente es así. Por lo general, lo que tenemos son victorias mundanas. Entrar y salir del supermercado sin comprar más de la mitad de las cosas que no fuiste a buscar y ajustándote a tu presupuesto. Llegar a fin de mes. Cocinar algo más que comestible. Mantenerse relativamente sano. Eso es lo que hace la gente normal. Eso es lo que tiene valor porque es lo que mantiene el mundo funcionando.

La idea de que una sola persona pueda cambiar el curso de la historia nunca es particularmente fructífero.
Son pocos los que lo han cambiado para bien. Y si uno examina la historia de cerca, nunca es una sola persona. Hay un líder, pero no hace todo el trabajo sólo. Aunque en términos de odiar a una sola persona es mucho más fácil reducir todo a Hitler, o generalizar hacia todos los alemanes, en lugar de darse la lata de entender los matices y complejidades de los acontecimientos y dar con los responsables.

En cuanto a la última parte de la idea: quedarse con la chica tiene toda una serie de connotaciones negativas. Que las mujeres son seres que no se validan a menos que tengan a alguien que las salve, incapaces de salvarse a sí mismas o salir de un problema sin la ayuda de un hombre. Que tu vida tiene que ser validada con éxito y con romance. Que una mujer debe de ser impresionada con algo que uno haga, en lugar de con quien es.

Hay más historias que no siguen ese patrón. Y son divertidas de ver, porque es un cambio. Y porque el mundo no es tan simple ni tan plano. Y porque creo firmemente que son las pequeñas cosas las que cambian y salvan el mundo, y no las grandes revoluciones.

Esta teoría (le digo teoría, no es realmente una teoría. Es una idea medianamente elaborada de esas que se le ocurren a uno cuando está en la ducha) explicaría por qué en las generaciones posteriores apareció Jackass y los primeros Reality. Gente que no podía hacer algo realmente importante se dio cuenta que no era necesario, que podían hacer una estupidez y ser igualmente famosos. La intención de hacer algo noble se cambió por la de hacer algo que te hiciese famoso. Y cuanto más estúpido seas, más famoso eres. Creo que por eso mi generación no tiene mucho respeto por el formato. La parte democrática, en la que cualquiera puede hacerse famoso gracias a que ahora puedes hacer música, o películas, o arte desde tu pc es genial, pero al final triunfa el que es más imbécil o la que es más puta. 

Una vez más, volviendo al tema. Salvar el universo, quedarse con la chica.

Todas estas ideas se fueron filtrando de una u otra forma en nuestra generación. Por lo general sin demasiada fuerza, pero es algo que está ahí. Y cuando llegamos a la adultez, a muchos les pasa que sienten que les falta algo. Que no están realizados. Que necesitan hacer algo importante. Algunos se meten a un gimnasio o prueban filosofías orientales y después las dejan tiradas. Y siguen huveando con que les falta algo pero no saben qué. Quizás no tenga nada que ver con todas esas películas, quizás es algo completamente normal en la naturaleza humana llegados a esa edad. 

Pero quizás es culpa Skywalker.

domingo, 2 de febrero de 2014

No me gusta ver televisión



Tengo un televisor. Es de esos grandes, de 42 pulgadas, y que hace parecer el living una sala de cine. Pasa la mayor parte del tiempo apagado. Lo uso para ver series de televisión, o películas desde un notebook. También para jugar con la consola, aunque cada vez menos. No está conectado al cable ni a una antena. Como televisor, el pobre se debe de sentir un poco frustrado. 

Es por eso que aunque tenga un televisor, no veo televisión.

Me ha pasado varias veces que cuando digo que no veo tele, la gente no me cree. Algunos incluso piensan que estoy mintiendo, que en realidad si veo televisión pero no lo admito para parecer más interesante, más inteligente, o alternativo. Como ya mencioné con anterioridad en otro post, hay personas que se sienten muy ofendidas cuando uno no hace lo mismo que ellos.

De niño veía tele. Muchísima.

Principalmente dibujos animados, por supuesto. Me levantaba temprano los sábado o domingos para ver tele, con cuidado de no despertar a mi padres. Como yo no andaba jugando con tijeras o haciendo fuego, sabían que podían dejarme solo durante un par de horas mientras ellos dormían hasta más tarde, pero lo que no sabían es que yo me despertaba a veces realmente temprano. Tipo 7 de la mañana. Así que veía tele desde esa hora hasta las 10 u 11, que era cuando se despertaban. Esas son bastantes horas viendo tele.

Por aquella época vivía en España, y la farándula (o como le decían los españoles, la prensa rosa) estaba prácticamente limitada a revistas, y no la tele. No existía el cable, sólo dos canales estatales y un tercer canal autonómico. Lo que veía sábados y domingo por la mañana y durante la semana por las tardes eran películas viejas. Recuerdo haber visto casi todas las de John Wayne, Cary Grant, Hepburn, Hichtcok. Y un montón de series de tv de los 80 que ya nadie recuerda, como El Equipo A, Lotería, Hotel, Starsky y Hutch y las Calles de San Francisco. Ya por aquel entonces descubrí que las series de TV no mantenían en el más mínimo sentido de continuidad, y eso me molestaba más de lo que tendría que haber hecho.

De niño no era muy buen estudiante, y por eso solía estar castigado sin poder ver tele. Esto era sin lugar a dudas lo más terrible que me podía suceder en toda la vida. 

No lo entendía muy bien por aquel entonces, pero en realidad lo que me gustaba eran las historias, todo tipo de historias, sin importar de donde venían. Me gustaba cuando mis padres contaban historias de su vida después de cenar, o cuando se juntaban con sus amigos. Yo me quedaba cerca de ellos jugando, pero siempre escuchando las historias. Pero por supuesto, la fuente de mayor cantidad de historias era la tele.

Un año, no recuerdo bien cual, estaba tan mal con mis estudios, que fui castigado sin tele indefinitivamente. 
Hasta entonces solía ser un castigo de una semana, de un mes cuando era algo excesivo. Pero esa vez, creo poder decir sin exagerar que estuve casi todo un año sin ver tele.

Sé que la memoria distorsiona los recuerdos, sobre todo los de la infancia. Pero si saco las cuentas, el año escolar en España empieza en Septiembre y termina en Junio. El primer informe de notas llegaba a finales del primer trimestre, así que el castigo debe de haber empezado en Noviembre. Recuerdo con claridad que aquel año tuve que pedir permiso para ver tele el día de mi cumpleaños, así que todavía debo de haber estado castigado en Abril. Y cuando terminó el año sin haber repetido aunque pasé raspando, mis padres me levantaron el castigo a regañadientes como para que pudiese ver tele durante el verano. Pero ya había pasado mucho tiempo sin tele.

No ver tele no me hizo un mejor estudiante ni por si acaso. Pero si me hizo dejar de ver televisión, hasta el día de hoy. Cuando se terminó en castigo de un año sin TV en cierta forma perdí el interés y la pasión con que veía tele de niño. Además que después de ese vinieron bastantes más castigos por el estilo hasta que mi historial de ver televisión tuvo lagunas tan grandes que no podía seguir ninguna de las series que veía. Por cierto, mis notas jamás mejoraron.

Después de entender que lo que me gustaban eran las historias, me salté el intermediario que es la tele y empecé a ver series directamente, temporadas completas y sin comerciales. Y veo muchas series. No, en serio, muchas. No se trata de seguir una o dos. Ni siquiera una docena. Son más o menos unas 20.

Además, querido lector, como ya habrá imaginado a estas alturas, no me contento con ver series. Analizo las series. Entiendo los personajes, comparo las historias, disecciono los argumentos. Porque cuando uno tiene el hábito de sobre pensar las cosas, imagina lo que pasa cuando tienes un montón de realidades ficticias aparte de la realidad en la que vives. Y los agujeros de guión. Esos son los mejores, porque cuando los descubres te hacen sentir más inteligente que los escritores de la serie. Aunque esa sensación de triunfo suele estar basada en una falsedad. Algunos agujeros de guión son genuinamente reales, pero la mayoría están producidos por problemas de edición y por productores que meten mano y hacen cambios según les da la gana.

En fin, no veo tele pero sigo viendo tele. Es complicado pero tiene sus ventajas. No tengo que hacer zaping, por ejemplo. Cuando hemos estado de vacaciones, y volvemos medio muertos al hotel después de cenar, solemos ver tele un rato antes de dormir. Uno puede pasar, fácilmente, una o dos horas saltando de canal en canal sin hacer nada en concreto. Si esas dos horas las paso jugando, puedo terminar un juego promedio en una semana. No ver tele es una forma de usar ese tiempo en otras cosas. Esa es la razón por la cual me termino uno o dos juegos al mes.

Si a la televisión sacamos las películas y las series, lo único que queda son las noticias, los realities y concursos de talentos, y la farándula.

Ver noticias en la tele es una muy mala idea. Porque la misión de las noticias en la tele no es informarte. Es darte miedo.

Esto no es necesariamente producto de un plan maquiavélico ideado por la gente que está en el poder para inducir el miedo en la población y que esta acepte de mejor grado las políticas restrictivas de privacidad y libertad o para que tengan una opinión más favorable de instituciones opresivas como la policía. Pero la única razón por la cual no creo en eso, es porque la estupidez es más abundante que la maldad.

La estupidez en este caso es la codicia de las cadenas de televisión y su interés en liderar en sintonía, haciéndoles emitir noticias cada vez más violentas y macabras para usufructuar del morbo del espectador, y de esa forma ganar puntos de rating y dinero. No les importa que la población termine con desórdenes mentales por el bombardeo de noticias violentas. No quiero decir que no pasen cosas malas en el mundo. Pero si agarran la noticia de un asesinato y le dan como bombo en fiesta durante una semana, está más que claro que la intención no es precisamente informar.

Me mantengo informado de las noticias, pero a través de internet. Allí también hay manipulación en las noticias, pero uno tiene más puntos de origen, lo que permite analizar más puntos de vista y entender mejor lo que está sucediendo.

Lo concursos de talento me aburren, pero no tengo mayor argumento en contra de ellos. Excepto que me dan la impresión de ser versiones modernas de coliseos romanos donde uno decide el destino de las personas, y eso me parece raro.

Los reality y los programas de farándula, son otra cosa.


Algo que me quedó de toda esa época de infancia y televisión, fue una idea que mis padres tuvieron mucho interés en inculcarme, y es que la tele no es realmente importante. 

Creo que fue la forma en la que mis padres reaccionaron ante un hijo al que realmente le gustaba mucho, quizás demasiado, ver series y películas. En algún punto les preocupó que yo no fuera capaz de distinguir y separar la vida real de la fantasía. Pero ese no era un problema para mí, por lo menos no después de los 6 o 7 años. No creía que nada de lo que veía era enteramente posible o real, simplemente lo disfrutaba más de lo que ellos podían comprender. Además, no soy una persona fanática religiosa, ellos son los que tienen problemas para separar entre la vida real y sus libros religiosos.

Pero esa idea de que ni la tele no era realmente importante implicaba que por alcance, la gente que aparecía en la tele tampoco eran realmente tan importante. 

Esa es probablemente la razón por la cual nunca he participado ni entendido muy bien la idea de las celebridades, de que la gente que sale en la tele sea famosa y deba ser tratada de forma especial. Son simplemente personas que están haciendo su trabajo, algunos pocos lo hacen realmente bien, pero la mayoría simplemente son gente bonita, o personas que pensaron que sería una buena idea vender su vida al público. No necesitas mucho talento para salir en la tele, cualquier idiota puede hacerlo. Y si no me cree, agarre una revista de farándula  y vea la gente que sale en ellas. La mayor parte de ellos no son idiotas.

La otra razón por la cual no me logro enganchar con el fenómeno de la adoración a celebridades, es gracias a Axl Rose. Hasta el día de hoy me gusta mucho Guns n' Roses. En mi opinión, muchas de sus canciones son las mejores en su género, y los escucho casi con la misma frecuencia que lo hacía cuando los descubrí, en los primeros años de mi adolescencia. Junto con descubrirlos, también descubrí que Axl era un maldito idiota. Y ahora que entiendo suficiente inglés como para saber lo que está diciendo sin tener que traducir la letra o estar leyéndola, me doy cuenta de que además el tipo era un racista egocéntrico e ignorante. A tí te miro, "One in a Million". Me encanta la canción, pero cuando la escucho me da un poco de vergüenza ajena por la letra.

Pero Axl me enseñó algo muy importante. Da lo mismo si eres un genio o si tu trabajo es realmente bueno, eso no te salva de ser un puto idiota. Así que aprendí a separar las dos cosas muy bien. Me encanta Metallica, pero no tendría ningún interés en conocerlos, jamás se me ha pasado por la cabeza ir al aeropuerto o al hotel cuando han tocado en Chile, y tampoco pagaría por estar en primera fila para tenerlos más cerca. Y lo mismo me pasa con actores de cine, por mucho que me gusten sus películas, o con la gente de la tele. Además a varios de estos últimos tuve la oportunidad de conocerlos en persona cuando, para pagar mis estudios, trabajaba en el mall. ¿Han escuchado eso de que si uno quiere conocer a una persona realmente, no hay que fijarse en como te trata así sino que como trata al camarero? Bueno, yo no era camarero, pero la idea es más o menos la misma. Y la mayoría de esas personas no se diferenciaban en lo más mínimo del resto de los clientes que no salían en la tele.

Ya tengo mi porción diaria de estupidez humana en los comentarios de la gente en internet como para demás sentarme a ver gente estúpida haciendo estupideces, y después a más gente estúpida comentando las estupideces que hizo la gente estúpida como si sus estupideces fuesen lo más importante del mundo.

Quizás a usted le guste ver programas de talento o ver deportes. Quizás le guste ver realities con gente estúpida porque le hacen reír, y sentirse bien por no ser idiotas como ellos. Quizás ve tele porque eso le da algo que conversar durante la hora de almuerzo en la oficina. 

Pero yo no tengo por qué hacer nada de eso. Yo puedo usar ese tiempo haciendo otras cosas.

No me creo más o menos inteligente o interesante por no ver tele. De la misma forma que creo que ver tele no te hace más o menos inteligente. 

sábado, 25 de enero de 2014

Mass Effect



Introducción breve: Mass Effect es un juego de ciencia ficción ambientado en el espacio, con alienígenas, robots, naves espaciales, muchos disparos y explosiones, aventuras, romance, y un protagonista intentando salvar el mundo. Eso es más o menos todo lo que necesita saber antes de seguir leyendo.

Nunca he sido bueno para hacer listas de libros o películas favoritos. Tampoco series, comics o videojuegos. Me gustan, con distintos grados de entusiasmo, pero no podría poner uno sobre otro. Así que no diría que Mass Effect es mi juego favorito, pero si puedo decir que es el que más veces he jugado.

14, para ser exactos.

Si usted, querido lector, no es un consumidor regular de videojuegos, es difícil determinar si jugar 8 veces el mismo juego es mucho o poco. Así que permitame aclarar que eso significa, aproximadamente, entre 30 y 40 horas por juego. O sea en total, un poco menos de 500 horas. Y desde la semana pasada, empecé a jugarlo de nuevo.

Quizás también le cueste entender por qué alguien repetiría un juego tantas veces, aunque podría comprar la experiencia con la de un libro o película que haya visto muchas veces. Eso le daría una idea aproximada, pero lamentablemente inexacta. Porque la experiencia de los videojuegos no es particularmente análoga. Pero voy a intentar explicarla.

Para empezar, Mass Effect es una trilogía. Así que si contamos los 3 juegos como uno sólo, lo he jugado 2 veces y tres cuartos. ¿Por qué tres cuartos? Porque a diferencia de la mayoría de los juegos, no solamente la historia continúa entre Mass Effect 1, 2 y 3, sino que tu personaje también se transporta. Esa es parte de la gracia. Y cuando iba empezar a jugar el 3, me di cuenta que por error había borrado mis partidas guardadas, y eso es muy terrible (más adelante explico por qué). Así que tuve que jugar Mass Effect 1 y 2 nuevamente, cada uno dos veces. También explico más adelante por qué.

Puedo decirlo de otra forma: dentro del género prefiero Mass Effect por encima de Star Wars y de Star Trek. Si usted es uno de mis lectores ñoños, sabrá entonces que la cosa es realmente seria.

¿Por qué me gusta tanto? Varias razones.

Una de ellas, es porque Mass Effect 2 tiene a mi gusto la mejor introducción en la historia de los videojuegos.




El resto de las razones, las explico con más detalle.

Porque puedo jugar con un personaje femenino.




Para muchos de mis amigos jugadores, esto es un punto levemente controversial. Digo levemente porque se limitan a decirme hueco y no se le da más vueltas al asunto, pero por supuesto es un tema que en otros rincones de la red se ha tratado con muchísima más profundidad. Mis razones son muy simples; por un lado es estética. En un juego en tercera persona pasas la mayor parte del tiempo viendo la espalda de tu personaje. Es mucho más atractivo para mi que ese personaje sea una mujer a que sea un hombre.

Por otro lado, me gusta mucho la narrativa que tiene buenos personajes femeninos, y ese es exactamente el caso del Comandante Shepard. Y finalmente, por Jennifer Hale. Ella es la actriz que pone la voz en todos los juegos de Mass Effect, y la calidad de su trabajo es no sólo notable sino que muy superior a la versión masculina del Comandante Shepard. Aquí puede ver la voz de la versión masculina de Shepard, y desde 00:30 el mismo discurso hecho por la versión femenina.

Porque puedo elegir.



De niño, me encantaban los libros de Elige tu Propia Aventura, los que después salieron para Dungeons and Dragons. Ya de niño, al ver una película o leer un libro, las decisiones de los personajes me parecían un poco idiotas y me preguntaba qué hubiese sucedido si la elección hubiese sido distinta. Por supuesto, el mundo de los juegos también se lo preguntó, y por características innatas del medio resulta que ese tipo de elección es mucho más fácil de hacer en los videojuegos que en películas o libros.

En Mass Effect las elecciones van por lo general ligadas a un valor moral. Shepard es un héroe no importa cómo se juegue, pero el tipo de héroe puede variar. Puede ser un Shepard noble y altruista, o un Shepard pragmático y de gatillo fácil. Esa es la razón por la cual cada Mass Effect lo he jugado dos veces, porque completar la historia siendo héroe es muy diferente de hacerlo siendo anti héroe. De eso depende si tu personaje es admirado o temido. Los diálogos cambian, las misiones cambian y gracias a la característica de importar tu personaje entre un juego y otro, el universo en el cual juegas también cambia.

Si decides matar a uno de los personajes en Mass Effect 1, toda la raza va a tener una actitud distinta hacia ti y el resto del universo en Mass Effect 2, y cuando llegas a Mass Effect 3 esta raza se puede transformar en un aliado importante o un enemigo a temer.

Porque es un Space Opera.



Es decir, una historia de ciencia ficción que tiene mucho más ficción que ciencia. El viaje interplanetario es instantáneo, hay varias razas mayoritariamente humanoides y casi todas antropomórficas las cuales se entienden perfectamente entre ellas, forman parte de una federación interplanetaria y tienen relaciones diplomáticas, económicas, y por supuesto románticas. O sea, como ciencia ficción no es particularmente seria, pero es muy, muy divertida.

Pero también tiene detalles sutiles. Algunas especies no son humanoides, como los Elcor, quienes además al hablar no pueden imprimir emoción en sus voces por lo que se ven obligados antes de decir cualquier oración, aclarar primero el estado de ánimo con el cuál la están diciendo. Otro detalle es que a diferencia de muchas space opera, en Mass Effect la humanidad no es gran cosa. Durante el primer juego ni siquiera forman parte del Consejo de la Alianza de Planetas, el resto del universo no se fía de ellos y suelen menospreciarlos.

Por los personajes.



Mass Effect tiene un sólo protagonista (que puede ser hombre o mujer a elección), pero más de veinte personajes secundarios, y todos son importantes. Cada uno de estos personajes tiene una personalidad característica, una historia completa detrás que explica sus motivaciones y su forma de ser, una forma específica de reaccionar ante las elecciones de Shepard y los acontecimientos a medida que se van desarrollando. El viaje entre el primer y el tercer juego los afecta a todos, y cada uno de ellos termina siendo un personaje muy distinto al que era al principio. Y en la mayoría de esas ocasiones, es tu forma de jugar la que va produciendo los cambios que van teniendo.

Ya incluso al final del primer juego, pero sobre todo al terminar la trilogía, los personajes se han transformado en poderosos elementos de la historia. El destino de ellos o la muerte de algunos es algo profundamente emotivo, de la misma forma en la cual uno sufre un mini trauma cuando muere un personaje en tu libro favorito, sólo que aquí el destino de cada uno de estos personajes, a diferencia de los libros, ha sido influenciado por tus decisiones. Así que además de triste, te sientes culpable.

Las misiones.

Como todo juego de Rol, Mass Effect tiene una misión principal y docenas de misiones secundarias. Uno puede centrarse solamente en la misión principal y terminar el juego en unas 8 horas en lugar de 30. Obviamente, esto significa que gran parte del transfondo del universo de Mass Effect se pierde si uno juega apurado. Son las misiones secundarias las que te dan la oportunidad de explorar a fondo las razas que pueblan el universo, los personajes que juegan a tu lado. En el caso de Mass Effect 1, si no juegas las misiones secundarias no tienes ni perra idea de quién es Cerberus, que es la organización principal en Mass Effect 2. Particularmente en el caso de Mass Effect 2, si no juegas las misiones secundarias que conciernen a tus aliados, la mayoría de ellos mueren al finalizar el juego y no están disponibles en Mass Effect 3, cortando partes de la historia.

El universo.

El universo de Mass Effect es complejo, y muy extenso. Son 10 razas principales, cada una con su propia historia, sus propios personajes y su propia identidad. Una de mis razas favoritas son los Quarianos, humanoides especializados en ingeniería robótica quienes en algún punto de su historia desarrollaron androides con inteligencia artificial. Estos androides cobraron consciencia propia, ante lo cual sus creadores intentaron eliminarlos. Esto desembocó en una guerra que hizo que sus creadores, los Quarianos, fueran expulsados de su planeta natal. Incapaces de sobrevivir en otros planetas por su delicado sistema inmunológico, los Quarianos tuvieron que construir trajes de aislamiento los cuales no se sacan nunca a riesgo de morir en minutos, y se vieron obligados a vivir en una flota de cientos de naves, desarrollando una cultura nómade en la cual cada miembro debe de pasar un rito de iniciación en el cual hace un perigrinage fuera de la flota, y no pueden volver si no es con algún elemento de utilidad para la supervivencia de su pueblo o para contribuir en la incesante búsqueda de una forma de derrotar a sus creaciones y volver a su mundo natal. Shepard conoce a un miembro de esta raza en Mass Effect 1, y a la altura de Mass Effect 3 de Shepard depende si logran su objetivo.

El balance entre el dramatismo y el humor.

Mass Effect no es solamente una historia épica y seria sobre salvar el universo, como parece a primera vista. Tiene humor, muchísimo humor. Algunas veces el humor viene de personajes específicos, otras veces es aún más chistoso cuando viene de personajes habitualmente serios y oscuros. Y otras veces lo que empieza siendo algo gracioso, como un personaje emborrachándose en el bar, termina siendo profundamente oscuro y siniestro.




Mass Effect es épico.

La historia a lo largo de los 3 juegos, es principalmente salvar el universo. No es el argumento más original del mundo ni algo que nunca se haya hecho, pero no siempre se acierta en el intento de empezar una historia de forma íntima, con pocos personajes haciendo una misión normal, hasta llegar a una docena de personajes liberando la última batalla por la vida de todas y cada una de las especies del universo. El trailerd de Mass Effect 3 ilustra perfectamente este proceso:




O sea, resumiendo, se puede decir que el juego me gusta. Mucho.

Ahora voy opinar desde un punto más técnico. Así que a menos que usted, querido lector, le interese eso, siéntase libre de saltarse hasta el último párrafo. Para la despedida, porque no soy un roto.

<Nerd Mode ON> No es un juego perfecto. Es un juego lento, muy lento. La mayor parte de la historia se cuenta en diálogos, y diría que de las 30 horas que dura cada juego por lo menos 20 son diálogos. El resto es ir disparando como cosaco a todo lo que se mueve para ir avanzando en la historia. Porque después de todo es un videojuego y de alguna forma uno se tiene que entretener.

Mass Effect 1 es un juego viejo, con una gráfica que ahora no parece ser gran cosa y una jugabilidad muy compleja, muy de RPG clásico. El árbol de habilidades es gigante, el manejo de inventario es horroroso y la administración del escuadrón es tediosa como mínimo. La exploración de planetas es abordo de un vehículo de tierra y es en su mayoría. desesperante.

Mass Effect 2 tiene mucho menos rol, hasta el punto que más bien parece un juego de acción. Pero de los buenos. Las misiones son más largas y mejor ilustradas, y cada desembarco en un planeta es distinto en lugar de los escenarios copy paste del primer Mass Effect.

Mass Effect 3 entendió que para estas alturas, después de dos juegos con tu Shepard propio y favorito, lo que más te importaba era verlo en buenas condiciones para terminar la historia. Y decidieron cagarse en tus esperanzas. La importación de tu personaje se hace bien en el sentido de que tus elecciones y decisiones quedan bien representadas, pero visualmente, el aspecto de tu personaje es una mierda. Así de claro.

Mucha gente se sintió decepcionada con el final de la trilogía. Después de dos juegos tomando decisiones que alteraban el destino de la galaxia, que toda esa diversidad se viera reducida a tres posibles finales les pareció insultante. A mi, no tanto. Primero, porque me importa más el desarrollo que el final, eso es lo que le hace a uno ser fan de Stephen King. Segundo, porque era poco práctico hacer 25 finales distintos, y no hay TOC que te aguante intentar probarlos todos. Si me pareció fome que después de tanto tiempo con tus personajes estos desapareciesen en la batalla final así como así, pero el DLC de The Citadel arregla eso y lo deja perfecto. En cuanto a los personajes. Porque respecto a la calidad del final, meh. Podría haber sido mucho mejor. Pero no es malo. </Nerd Mode OFF>

Estimado lector no gamer, si a estas alturas no lo he perdido, por favor sígame por aquí que ya estoy terminando.

Para cerrar, Mass Effect es en mi opinión uno de los mejores juegos que he disfrutado en mi vida. No sólo disfruté como chancho con el juego, la historia y sus personajes, sino que fue el primer juego que me dio la impresión de que ya no se intentaba imitar al cine a la hora de que un juego contase una historia. Por el contrario, los juegos encontraron su voz propia y esta era mucho más espectacular que cualquier otro medio.