Tengo un televisor. Es de esos grandes, de 42 pulgadas, y que hace parecer el living una sala de cine. Pasa la mayor parte del tiempo apagado. Lo uso para ver series de televisión, o películas desde un notebook. También para jugar con la consola, aunque cada vez menos. No está conectado al cable ni a una antena. Como televisor, el pobre se debe de sentir un poco frustrado.
Es por eso que aunque tenga un televisor, no veo televisión.
Me ha pasado varias veces que cuando digo que no veo tele, la gente no me cree. Algunos incluso piensan que estoy mintiendo, que en realidad si veo televisión pero no lo admito para parecer más interesante, más inteligente, o alternativo. Como ya mencioné con anterioridad en otro post, hay personas que se sienten muy ofendidas cuando uno no hace lo mismo que ellos.
De niño veía tele. Muchísima.
Principalmente dibujos animados, por supuesto. Me levantaba temprano los sábado o domingos para ver tele, con cuidado de no despertar a mi padres. Como yo no andaba jugando con tijeras o haciendo fuego, sabían que podían dejarme solo durante un par de horas mientras ellos dormían hasta más tarde, pero lo que no sabían es que yo me despertaba a veces realmente temprano. Tipo 7 de la mañana. Así que veía tele desde esa hora hasta las 10 u 11, que era cuando se despertaban. Esas son bastantes horas viendo tele.
Por aquella época vivía en España, y la farándula (o como le decían los españoles, la prensa rosa) estaba prácticamente limitada a revistas, y no la tele. No existía el cable, sólo dos canales estatales y un tercer canal autonómico. Lo que veía sábados y domingo por la mañana y durante la semana por las tardes eran películas viejas. Recuerdo haber visto casi todas las de John Wayne, Cary Grant, Hepburn, Hichtcok. Y un montón de series de tv de los 80 que ya nadie recuerda, como El Equipo A, Lotería, Hotel, Starsky y Hutch y las Calles de San Francisco. Ya por aquel entonces descubrí que las series de TV no mantenían en el más mínimo sentido de continuidad, y eso me molestaba más de lo que tendría que haber hecho.
De niño no era muy buen estudiante, y por eso solía estar castigado sin poder ver tele. Esto era sin lugar a dudas lo más terrible que me podía suceder en toda la vida.
No lo entendía muy bien por aquel entonces, pero en realidad lo que me gustaba eran las historias, todo tipo de historias, sin importar de donde venían. Me gustaba cuando mis padres contaban historias de su vida después de cenar, o cuando se juntaban con sus amigos. Yo me quedaba cerca de ellos jugando, pero siempre escuchando las historias. Pero por supuesto, la fuente de mayor cantidad de historias era la tele.
Un año, no recuerdo bien cual, estaba tan mal con mis estudios, que fui castigado sin tele indefinitivamente.
Hasta entonces solía ser un castigo de una semana, de un mes cuando era algo excesivo. Pero esa vez, creo poder decir sin exagerar que estuve casi todo un año sin ver tele.
Sé que la memoria distorsiona los recuerdos, sobre todo los de la infancia. Pero si saco las cuentas, el año escolar en España empieza en Septiembre y termina en Junio. El primer informe de notas llegaba a finales del primer trimestre, así que el castigo debe de haber empezado en Noviembre. Recuerdo con claridad que aquel año tuve que pedir permiso para ver tele el día de mi cumpleaños, así que todavía debo de haber estado castigado en Abril. Y cuando terminó el año sin haber repetido aunque pasé raspando, mis padres me levantaron el castigo a regañadientes como para que pudiese ver tele durante el verano. Pero ya había pasado mucho tiempo sin tele.
No ver tele no me hizo un mejor estudiante ni por si acaso. Pero si me hizo dejar de ver televisión, hasta el día de hoy. Cuando se terminó en castigo de un año sin TV en cierta forma perdí el interés y la pasión con que veía tele de niño. Además que después de ese vinieron bastantes más castigos por el estilo hasta que mi historial de ver televisión tuvo lagunas tan grandes que no podía seguir ninguna de las series que veía. Por cierto, mis notas jamás mejoraron.
Después de entender que lo que me gustaban eran las historias, me salté el intermediario que es la tele y empecé a ver series directamente, temporadas completas y sin comerciales. Y veo muchas series. No, en serio, muchas. No se trata de seguir una o dos. Ni siquiera una docena. Son más o menos unas 20.
Además, querido lector, como ya habrá imaginado a estas alturas, no me contento con ver series. Analizo las series. Entiendo los personajes, comparo las historias, disecciono los argumentos. Porque cuando uno tiene el hábito de sobre pensar las cosas, imagina lo que pasa cuando tienes un montón de realidades ficticias aparte de la realidad en la que vives. Y los agujeros de guión. Esos son los mejores, porque cuando los descubres te hacen sentir más inteligente que los escritores de la serie. Aunque esa sensación de triunfo suele estar basada en una falsedad. Algunos agujeros de guión son genuinamente reales, pero la mayoría están producidos por problemas de edición y por productores que meten mano y hacen cambios según les da la gana.
En fin, no veo tele pero sigo viendo tele. Es complicado pero tiene sus ventajas. No tengo que hacer zaping, por ejemplo. Cuando hemos estado de vacaciones, y volvemos medio muertos al hotel después de cenar, solemos ver tele un rato antes de dormir. Uno puede pasar, fácilmente, una o dos horas saltando de canal en canal sin hacer nada en concreto. Si esas dos horas las paso jugando, puedo terminar un juego promedio en una semana. No ver tele es una forma de usar ese tiempo en otras cosas. Esa es la razón por la cual me termino uno o dos juegos al mes.
Si a la televisión sacamos las películas y las series, lo único que queda son las noticias, los realities y concursos de talentos, y la farándula.
Ver noticias en la tele es una muy mala idea. Porque la misión de las noticias en la tele no es informarte. Es darte miedo.
Esto no es necesariamente producto de un plan maquiavélico ideado por la gente que está en el poder para inducir el miedo en la población y que esta acepte de mejor grado las políticas restrictivas de privacidad y libertad o para que tengan una opinión más favorable de instituciones opresivas como la policía. Pero la única razón por la cual no creo en eso, es porque la estupidez es más abundante que la maldad.
La estupidez en este caso es la codicia de las cadenas de televisión y su interés en liderar en sintonía, haciéndoles emitir noticias cada vez más violentas y macabras para usufructuar del morbo del espectador, y de esa forma ganar puntos de rating y dinero. No les importa que la población termine con desórdenes mentales por el bombardeo de noticias violentas. No quiero decir que no pasen cosas malas en el mundo. Pero si agarran la noticia de un asesinato y le dan como bombo en fiesta durante una semana, está más que claro que la intención no es precisamente informar.
Me mantengo informado de las noticias, pero a través de internet. Allí también hay manipulación en las noticias, pero uno tiene más puntos de origen, lo que permite analizar más puntos de vista y entender mejor lo que está sucediendo.
Lo concursos de talento me aburren, pero no tengo mayor argumento en contra de ellos. Excepto que me dan la impresión de ser versiones modernas de coliseos romanos donde uno decide el destino de las personas, y eso me parece raro.
Los reality y los programas de farándula, son otra cosa.
Algo que me quedó de toda esa época de infancia y televisión, fue una idea que mis padres tuvieron mucho interés en inculcarme, y es que la tele no es realmente importante.
Creo que fue la forma en la que mis padres reaccionaron ante un hijo al que realmente le gustaba mucho, quizás demasiado, ver series y películas. En algún punto les preocupó que yo no fuera capaz de distinguir y separar la vida real de la fantasía. Pero ese no era un problema para mí, por lo menos no después de los 6 o 7 años. No creía que nada de lo que veía era enteramente posible o real, simplemente lo disfrutaba más de lo que ellos podían comprender. Además, no soy una persona fanática religiosa, ellos son los que tienen problemas para separar entre la vida real y sus libros religiosos.
Pero esa idea de que ni la tele no era realmente importante implicaba que por alcance, la gente que aparecía en la tele tampoco eran realmente tan importante.
Esa es probablemente la razón por la cual nunca he participado ni entendido muy bien la idea de las celebridades, de que la gente que sale en la tele sea famosa y deba ser tratada de forma especial. Son simplemente personas que están haciendo su trabajo, algunos pocos lo hacen realmente bien, pero la mayoría simplemente son gente bonita, o personas que pensaron que sería una buena idea vender su vida al público. No necesitas mucho talento para salir en la tele, cualquier idiota puede hacerlo. Y si no me cree, agarre una revista de farándula y vea la gente que sale en ellas. La mayor parte de ellos no son idiotas.
La otra razón por la cual no me logro enganchar con el fenómeno de la adoración a celebridades, es gracias a Axl Rose. Hasta el día de hoy me gusta mucho Guns n' Roses. En mi opinión, muchas de sus canciones son las mejores en su género, y los escucho casi con la misma frecuencia que lo hacía cuando los descubrí, en los primeros años de mi adolescencia. Junto con descubrirlos, también descubrí que Axl era un maldito idiota. Y ahora que entiendo suficiente inglés como para saber lo que está diciendo sin tener que traducir la letra o estar leyéndola, me doy cuenta de que además el tipo era un racista egocéntrico e ignorante. A tí te miro, "One in a Million". Me encanta la canción, pero cuando la escucho me da un poco de vergüenza ajena por la letra.
Pero Axl me enseñó algo muy importante. Da lo mismo si eres un genio o si tu trabajo es realmente bueno, eso no te salva de ser un puto idiota. Así que aprendí a separar las dos cosas muy bien. Me encanta Metallica, pero no tendría ningún interés en conocerlos, jamás se me ha pasado por la cabeza ir al aeropuerto o al hotel cuando han tocado en Chile, y tampoco pagaría por estar en primera fila para tenerlos más cerca. Y lo mismo me pasa con actores de cine, por mucho que me gusten sus películas, o con la gente de la tele. Además a varios de estos últimos tuve la oportunidad de conocerlos en persona cuando, para pagar mis estudios, trabajaba en el mall. ¿Han escuchado eso de que si uno quiere conocer a una persona realmente, no hay que fijarse en como te trata así sino que como trata al camarero? Bueno, yo no era camarero, pero la idea es más o menos la misma. Y la mayoría de esas personas no se diferenciaban en lo más mínimo del resto de los clientes que no salían en la tele.
Ya tengo mi porción diaria de estupidez humana en los comentarios de la gente en internet como para demás sentarme a ver gente estúpida haciendo estupideces, y después a más gente estúpida comentando las estupideces que hizo la gente estúpida como si sus estupideces fuesen lo más importante del mundo.
Quizás a usted le guste ver programas de talento o ver deportes. Quizás le guste ver realities con gente estúpida porque le hacen reír, y sentirse bien por no ser idiotas como ellos. Quizás ve tele porque eso le da algo que conversar durante la hora de almuerzo en la oficina.
Pero yo no tengo por qué hacer nada de eso. Yo puedo usar ese tiempo haciendo otras cosas.
No me creo más o menos inteligente o interesante por no ver tele. De la misma forma que creo que ver tele no te hace más o menos inteligente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario