No creo que necesite explicarle a nadie por qué decidí esta semana escribir sobre fútbol. No veo televisión, ni voy a una oficina todos los días, y aún así me encuentro con fútbol por todos lados. Y sigue sin gustarme.
A pesar de que varias personas a lo largo de mi vida me lo han sugerido, el que no me guste algo que a todos los demás sí no quiere decir que esté intentando forzadamente llamar la atención. Si es que significa algo, es que no me va a gustar algo sólo porque a los demás les guste.
En los últimos días he escuchado a varias personas decir que "está de moda odiar el fútbol", lo cual es muy divertido porque lo dicen con el mismo tono que otras personas dicen "ahora está de moda ser gay", como se habla de una moda pasajera o de alguien que no ha madurado lo suficiente como para entrar en razón. Hay gente a la cual el gusto por el fútbol les parece algo tan intrínseco, tan propio de la naturaleza humana, que cualquier persona que no lo comparta tiene un grave problema.
Lo cual me lleva a mi reflexión de fondo. No odio el fútbol.
No me gusta. Me parece aburrido. No le veo la gracia. No me hace vibrar ni sentir nada de nada. Pero no lo odio.
Lo que me produce un fuerte rechazo son sus fans.
Tampoco todos sus fans obviamente. La mayor parte de la gente con la que me relaciono no reacciona hacia mi falta de aprecio por el fútbol con algo más que una mirada rara. Pero hay un cierto grupo de personas a las cuales al parecer les ofende el que a uno no le guste el fútbol.
No creo que alguien sea menos inteligente porque le guste el fútbol. Sé que hay gente que vincula la pasión por la pelota con falta de inteligencia, lo cual francamente al ver a los barristas saltando arriba de los buses o quemando la ciudad ya sea porque ganaron o perdieron, es hasta cierto punto entendible. Pero tengo la impresión de que si a esas personas les gustase el ajedrez en vez del fútbol igual terminarían rompiendo algo en la vía pública. El fútbol es solamente una excusa.
No me siento más inteligente porque no me guste el fútbol, y ciertamente disfrutar de esa pasión no te hace menos inteligente. Aunque sí hay un factor de irracionalidad importante.
Los fans se comportan de una manera irracional respecto al fútbol precisamente porque lo sienten como un fanático religioso siente su creencia. El fútbol no es algo racional. Es emocional.
En estos días he escuchado también un par de veces decir "El fútbol es una religión". Y aunque esa afirmación no termina de gustarme, me ayudó a entender algo fundamental.
Mi principal reparo con la idea de que el fútbol sea una religión es que estas, ya sean extremistas, nuevas, antiguas o tolerantes, a diferencia del fútbol ofrecen siempre un sistema moral. Qué está bien y qué está mal. Cómo comportarnos para ser mejores personas. El fútbol no hace nada de eso.
El fútbol les da a sus seguidores una pasión, un fanatismo que les permite hacer y decir cosas que en otras circunstancias no harían.
Es una excusa para sentirse libre de cualquier responsabilidad o culpa. Cuando hay un partido, especialmente si juega la selección, es comprensible para la sociedad que no trabajes o salgas antes, que el partido se vea en la oficina con un asado y cerveza, o si el partido es por la noche llegar tarde al día siguiente al trabajo o sencillamente no aparecer. Puedes ser disculpado de cualquier comportamiento social que en otra ocasión sería castigado. A eso, estos días le llaman "Modo Mundial".
No ser parte de él está muy mal visto. Frecuentemente, viene con acusaciones que empiezan en poner en duda tu orientación sexual y terminan en acusaciones de ser anti patriótico. Cuando escucho eso, una parte de mi cabeza no puede evitar decir "estamos hablando de 22 personas corriendo detrás de una pelota".
Cuando intento explicarle a alguien que no me conoce que no me gusta el fútbol, prácticamente tengo que pedir disculpas. Como ser humano y particularmente como hombre, se espera de mi que me guste el fútbol o de lo contrario soy castigado con la misma severidad que durante la Inquisición. Es el mismo fervor religioso. Lo cual es particularmente gracioso cuando el castigo social viene de gente que abiertamente se ha reído de lo ridícula que eran las creencias religiosas antiguas y la gente que aún las práctica con devoción. Otras veces los inquisidores son personas que tienen fuertes opiniones contrarias al fascismo pero son completamente ciegos a la ironía.
En cuanto a si alguien es más o menos hombre por gustarle el fútbol, me parece que alguien que sea fan de ver a 22 hombres en pantalones cortos, toqueteándose entre ellos durante los tiros libres y sacándose la camiseta después de cada partido no está viendo las cosas con una perspectiva completa. A esto hay que sumarle que todo el espectáculo alrededor del fútbol, todas las horas de transmisión y prensa deportiva, la idolatría a los jugadores, lo que hacen son sus vidas personales y sus conflictos con otros jugadores no tiene ninguna diferencia en cómo funciona la prensa de farándula.
Finalmente, hay otro punto en el cual el fútbol se parece a la religión: hay gente que lo usa para odiar.
Durante las épocas en las que no juega la selección, el fútbol se usa para odiar a los equipos que no son el tuyo. Para la mayor parte de la gente esto es algo lúdico, una especie de broma interna. Para los más apasionados la cosa es más seria. A los equipos y a sus seguidores se les adjudica una clase social específica y se les odia desde ese punto en adelante. Lo cual me parece particularmente gracioso porque los fanáticos, según sus propias palabras, son capaces de darle todo por su equipo mientras que sus jugadores y entrenadores se cambiar de equipo por dinero sin mayores problemas ideológicos. Cuando juega la selección, el fútbol sirve para odiar a otros países. Lo cual, seamos justos, no es tan difícil tampoco teniendo en cuenta lo xenófobos que somos a nivel país. Pero claramente no ayuda mucho.
Con todo esto no pretendo que a nadie le deje de gustar el fútbol. Toda esta reflexión no pretende juzgar a las personas que le gusta el fútbol, sino entender (porque para eso escribo, porque es una forma que me ayuda a interpretar el mundo) por qué para algunas personas, el fútbol es algo sagrado sobre lo que no se puede discutir a menos que pienses igual que ellos.
No soy nadie para juzgar las pasiones de las otras personas, así como espero que nadie me juzgue por las mías.
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