jueves, 21 de noviembre de 2013

Por qué dejé de leer El Principito

Porque El Principito es un gilipollas.



Ok, esa no es la razón por la cuál dejé de leerlo. Pero lo leí de nuevo antes de escribir esto para estar totalmente seguro de lo que quería decir, y aparte de confirmar mi hipótesis, el personaje del Principito me fue pareciendo poco a poco y en determinados momentos un auténtico gilipollas.

Sucede que hace un tiempo atrás escuché a alguien decir que cada ciertos años le gustaba leer El Principito porque cada vez que lo hacía, descubría cosas nuevas. En su momento compartí la idea, aunque en mi caso personal El Principito no resultó ser una fuente periódica de enseñanzas comparable con La Historia Interminable, de Michael Ende.



Mucha gente conoció el libro por la película, lo cual es un poco triste porque les hace suponer que el libro es para niños, y que no es gran cosa. La Historia Interminable es, a grueso modo, El Principito en 300 páginas. Con muchas más historias, y muchas más enseñanzas. Tenía unos 10 años cuando lo leí por primera vez, y todavía recuerdo lo satisfecho que estaba conmigo mismo por haberme terminado un libro de tantas páginas, porque a esa edad y cuando se es un principiante en la lectura, uno se fija en esas cosas. La última vez que lo releí fue hace algunos meses, y con bastante tristeza al terminarlo me di cuenta de que ya no tenía nada que aprender de él.

Es cierto que después de tantos años me sé de memoria gran parte del libro, lo sé. Eso ya me había pasado antes; en cada relectura me encontraba con pasajes que conocía bien, pero siempre me sorprendía con algo que había olvidado. Excepto la última vez. Es un poco triste porque ya no voy a disfrutar del libro de la misma forma, aunque por otro lado el hecho de que ya no tenga nada que aprender de él me da otra satisfacción; que ya estoy lo suficientemente crecido.

Voy a volver al Principito en un momento, pero debo aclarar algo antes. Cuando digo que ya estoy lo suficientemente crecido, creo que es muy importante diferenciarlo de la idea de hacerse adulto y volverse gris. Ese concepto viene de otro libro de Michael Ende, Momo, donde los hombres de gris son una metáfora de personas de negocios frías e impersonales que han perdido la capacidad de vivir. Durante años se ha creído que hacerse mayor significa en transformarse en alguien serio y grave, pero pienso que están equivocados. Aunque esa es otra historia y debe de ser contada en otra ocasión.

Volviendo al tema; lo mismo que a mi me sucedía con La Historia Interminable, la necesidad de la relectura para volver a descubrir enseñanzas espirituales que habían sido olvidadas, perdidas dentro del ajetreo de la vida diaria, es la misma necesidad que a muchas más personas les pasa con El Principito, y de ahí que uno escuche eso de que cada cierto tiempo lo leen otra vez.

Acabo de releer El Principito, y sin ánimo de ofender: si todavía a estas alturas de la vida tienes que releer El Principito para recordar enseñanzas que se te puedan haber olvidado en el camino, la cosa es grave.

El Principito es un libro maravilloso y creo que es muy importante en la vida de no sólo un lector, sino que de cualquier persona. Pero no tiene una sabiduría eterna.

Son varios los temas que trata El Principito. Principalmente, está la idea de que "lo esencial es invisible a los ojos", pero además habla de la imaginación (y la triste noción de que es algo que se pierde con los años), la capacidad de ver las cosas desde otro punto de vista, las absurdas convenciones del mundo adulto (como que a uno le juzguen por la ropa y no por quién es), incluso tiene un excelente capítulo que habla de lo abstracto del sistema económico y lo absurdo que es cuando se le mira desde afuera.

En cierto momento se hace la metáfora bastante clara de las mujeres como rosas, y llegados a este punto me resultó bastante fastidioso que la mujer sea retratada como un ser vanidoso y egocéntrico, que busca llamar la atención y usa artimañas pasivo agresivas para dominar a los hombres, y que su única forma de expresar afecto es esperar que sea el hombre quien descubra el sentido de sus actos y él se adapta a ellos, adivinando sus intenciones. La única referencia femenina de todo el puto libro es la perpetuación de un cliché machista, aunque entiendo que es algo propio de la época que vivió el autor, al igual que la noción de perder la imaginación con la edad.

Poco después de que El Principito reflexiona sobre lo superficial que son los valores del hombre de negocios se encuentra con un trabajador, un farolero, encerrado en la misma rutina absurda de seguir leyes sin sentido de forma ciega, pero le parece que eso es mejor porque el tipo hace algo concreto y no material, lo que me sonó mucho a eso de que el trabajo dignifica y que las clases bajas tienen cierta superioridad moral por encima del empresario.

Hacia el final del libro, en un momento levemente perturbador en el que El Principito básicamente va a cometer suicidio para volver a casa, este se asegura de que el piloto que lo encuentra entienda bien todo lo angustiado y triste que está obligado a sentirse cuando el ya no esté, en un giro de drama queen notable.

Obviamente lo que uno más recuerda es la historia del zorro. La idea de que los hombres desperdician su vida en cosas sin sentido en lugar de fijarse en lo esencial y todo eso resulta realmente esclarecedor, pero si a estas alturas de la vida no lo tienes claro, deberías hacerte ver.

No es solamente el Principito el que te enseña eso. Son miles las historias en forma de película, libro o serie de televisión, abarcando géneros desde el romanticismo hasta la ciencia ficción, intentan explicar más o menos el mismo mensaje. Lo importante que son las emociones, detenerse a oler las rosas, como perdemos de vista las cosas que realmente valen la pena, y un largo etcétera que a estas alturas se están transformando en cliché por su repetición incesante. Aunque como todos los cliché, existen porque son reales. Uno puede entender que la generación de nuestros padres hayan crecido con una variada colección de traumas emocionales porque fueron personas a quienes jamás les enseñaron a examinar sus sentimientos, a cuestionar la autoridad, o buscar su lugar en el mundo, que existía más de una forma de llevar tu vida, y todas las otras cosas que nosotros deberíamos tener más que claro siendo una generación que creció pegada a al tele y el cine.

En fin, no quiero decir que sea estúpido encontrar cosas valiosas en El Principito aún. Es sólo que en mi opinión, ya no debería ser una sorpresa y no porque uno se haya transformado en uno de los aburridos adultos que habla el libro, sino porque ya estamos pasado de ese punto emocional como generación.

El último capítulo resulta un poco gracioso por lo demás. El tipo se pregunta qué habrá sido del Principito, de la misma forma en la que uno puede preguntarse qué ha sido de la gente que has conocido y que te han marcado en la vida, pero que después han desaparecido. Es un interrogante nostálgico y romántico, o al menos lo era. Ahora uno tiene Facebook para eso.

2 comentarios:

  1. xD! la ultima parte es genial " ahora uno tiene fcbk para eso" xD!
    También leí la "Historia sin fin" a esa edad (¿o a los 11? :O ) y lo flipé totalmente, todavía me trauma , cuando lo releo y/o recuerdo, el pasaje de los reyes que han perdido la capacidad de comunicarse.... alienación pura.
    Me gustan tus opiniones ¿cómo se te ocurrió tener un blog?
    saludos ^^
    Liz

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    1. Gracias :)

      Desde pequeño que me gusta escribir. Hace muchos años tuve no uno sino que dos blogs, pero soy ridículamente inconsistente en mis hábitos y los terminé cerrando después de más de un año sin entradas. Ahora empecé de nuevo porque escribir es para mi una forma de salir de la rutina, y porque tengo la mala costumbre de pensar en exceso sobre ciertas cosas y la única forma de no terminar enfermo de la mente es sacarlo de mi cabeza y ponerlo en papel. Hablando figurativamente claro :)

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