Como la mayor parte de los nerds, me gustaban los zombies desde hace muchos años atrás.
Aunque conocía el concepto de antes, honestamente no recuerdo haber visto ninguna historia de zombies antes de ver el remake de The Night of the Living Dead en algún momento de mi adolescencia, una de esas noches en las que me quedaba viendo tres o cuatro películas seguidas en la tele. No mucho después jugué Resident Evil 3, y poco después de eso pasé varios meses leyendo, viendo e investigando todo lo que pillé sobre zombies. Porque así es como los nerds funcionamos.
Me gustan las historias de zombies porque toman el concepto de un muerto viviente, una persona reducida a la mínima expresión de sus necesidades (comer), y la unen con otro elemento que me parece fascinante: el mundo post apocalíptico. No todas las películas de zombies muestran esto, es sólo en los últimos años que pegaron los dos conceptos juntos y nos llenamos de apocalipsis zombie, y no todas las obras producidas muestran la parte que me llama la atención, que es el colapso de la sociedad.
Y aquí es donde mi posición varía drásticamente de la de muchos otros fans.
Por un lado, la relación con los zombies
Por muy introvertido y antisocial que sea, cuando veo argumento de que un apocalípsis sería genial porque podrías salir a matar zombies a destajo o que estaríamos mejor con una plaga, eso me cabrea.
El hecho de que a alguien le atraiga la idea de matar zombies por diversión es curiosa, porque en el fondo es ir matando gente que apenas se puede defender a sí misma excepto en grupos o espacios cerrados. Es una idea bastante psicópata teniendo en cuenta que la solución más óptima sería simplemente evitarlos.
Los zombies son, en el fondo, una metáfora de la sociedad como una masa uniforme. Creo que también simbolizan hasta qué punto hemos despersonalizado a los demás, que en el fondo somos todos nosotros, no sólo las grandes empresas, quienes vemos a la gente como números anónimos, caras carentes de profundidad. Pero peor aún, desechables.
"Mira a toda esta gente, autómatas de ojos vidriosos pasando por sus vidas, sin nunca detenerse a mirar alrededor y pensar! Soy el único ser humano consciente en un mundo de ovejas"
Pero la sociedad no está hecha de personas desechables cuya existencia sea dispensable. Nos necesitamos el uno al otro.
Considera lo siguiente. El computador, tablet o teléfono en el que estás leyendo esto. La plataforma de software en si que permite que puedas leer. El sillón donde estás ahora. La casa o el edificio donde vives. La ropa que llevas. Todo eso está construida por gente, está hecho por personas. No gente desechable. Personas. La única razón por la cual en este minuto no estamos viviendo en una cueva, cazando todos los días para sobrevivir, es gracias a las personas. Esas mismas que tan rápidamente son descartadas en las películas de zombies.
Es posible que por la cantidad de gente que somos nos hayamos transformado en una masa anónima, es cierto que muchos de nosotros somos egoístas o estúpidos o quizás derechamente malvados y durante el día te topes con actitudes que te hacen odiar a la humanidad, pero no por ello puedes dar por sentado e ignorar todo lo bueno, noble y a veces magnífico que hacemos como raza humana.
Por otro lado, la relación con los supervivientes
Lo interesante es qué pasa cuando nuestro mundo cae. Es común en estas historias que sólo queden pequeños grupos de sobrevivientes civiles y a veces organizaciones que ya existían antes como ejércitos o policías. Las comunidades que se forman y sobreviven invariablemente tienen sistemas dictatoriales, ya sean positivos o más comúnmente negativos. Esto parte de la idea, diría que bastante realista, que por lo general la gente, por su propia voluntad, no es capaz de elegir poniendo primero el bienestar de los demás sobre el propio. La gente suele necesitar ser forzada a comportarse bien. Es por eso que en estas historias en cuanto el gobierno y la ley se van a la mierda lo primero que suceden son asesinatos, violaciones y saqueos. Porque en la vida real eso es exactamente lo que sucede. No por parte de todo el mundo, pero siempre parece haber una fracción de la sociedad que invariablemente se va a comportar de esa forma si no tiene un policía vigilando, una ley que le impida hacer lo que le de la gana.
También está todo lo que perdemos. La democracia se sostiene solamente cuando la mayoría de los poderes en juego se dan cuenta que es mejor cooperar entre si que luchar por el poder. Que el bien común tiene valor propio. Para tener democracia irónicamente hay que tener todo un sistema claro de castigo y ley por un lado, y por otro mucha gente. Las democracias en grupos pequeños no tienden a funcionar (¿Alguien recuerda los trabajos en grupos de la universidad?) y grupos más grandes con dos o tres líderes suelen tender a pelear entre ellos. Es solo cuando hay muchos más líderes y más gente que la democracia parece poder funcionar.
Por mucho que nos desagrade cómo funciona la sociedad y el sistema, las historias de zombies me parecen un recordatorio de cómo sería la alternativa, un mundo sin estructura. Cuando ves las noticias te pueden terminar por apestar los políticos, los ladrones de cuello y corbata, la corrupción, el narcotráfico, la delincuencia, andar en la calle te hace muchas veces odiar a los conductores imprudentes, el simple hecho de ver Facebook o Twitter te hace encontrarte con gente opinando a veces mostrando lo peor de la raza humana, pero lo cierto es que a final de cuentas todo esto es sólo un pequeño porcentaje de la humanidad en su totalidad. La mayor parte de la gente tiene a ser decente. Y eso es lo que las historias de zombies me han enseñado a valorar.
Como siempre, tus escritos, casi perfectos, me llenan de orgullo. Un gran abrazo.
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