Durante toda mi vida mi padre me intentó enseñar a ser escéptico. Sospecho que con cierto temor veía como su hijo absorbía películas como Star Wars e Indiana Jones, libros de Julio Verne e Isaac Asimov, y le preocupaba que no fuese del todo capaz de discernir entre la realidad y la ficción. La fantasía me parecía mucho más interesante que la realidad y quería soñar con un mundo donde hubiesen conspiraciones y ovnis, pero siempre tuve esa voz que me hablaba de razonamiento lógico. Esa era la voz de mi padre.
Pero como todo adolescente, finalmente me rebelé contra mi familia, contra la educación, contra el mundo y por supuesto contra la religión. Más o menos por esa época, conocí a Lovecraft.
Fue en parte la edad, en parte el escepticismo, y sobre todo mi interés en leer lo que terminó por desencantarme primero de la iglesia católica y finalmente de la religión. Cuando digo religión estoy hablando del cristianismo, aunque antes de eso había leído sobre hinduísmo y otras religiones y terminé rechazándolas todas cuando uno llega al punto en la que la fe suplanta a la lógica, y la hipocresía e inconsecuencia humana erosiona las instituciones.
Durante esa época uno rechaza las cosas con facilidad, pero no necesita realmente encontrar algo en lo que apoyarse cuando se pierden los cimientos de lo que hasta entonces era tu mundo. O sea, no sé si otros lo necesiten, pero honestamente yo no. O eso creía. No fue muchos años después, quizás hace unos seis meses, que me di cuenta que reemplacé todo aquello por la visión cosmológica de Lovecraft.
Primero, quiero aclarar que no creo que Lovecraft haya pretendido escribir cuentos con una intención teológica. Sé que no lo hizo; a él le interesaba contar historias que lo transportasen a otros mundos y simplemente plasmó sus múltiples miedos y fobias en sus cuentos. Pero aún así construyó un universo común para sus historias, y ese universo tenía un origen y un por qué, y ese por qué sugiere que la vida fue creada por error, y que los dioses son seres maléficos que no sólo no tienen ningún interés por el bien de la humanidad, sino que la usan para sus propios fines y el simple contacto con ellos hace que los seres humanos pierdan la cordura, pues es imposible para nosotros y nuestras pequeñas mentes poder comprender su totalidad.
La idea de que exista un creador pero nuestras limitaciones nos impidan conocer su intención y naturaleza no es, por supuesto, algo creado por Lovecraft. Pero lo conocí por primera vez leyendo sus cuentos y ya está.
Nunca creí que nada de esto fuera real, realmente, aunque si admito que quise creerlo. La idea de una forma de religión tan completamente opuesta a todo lo que conocía me fascinaba, y por lo mismo me parecía más creíble. Después de todo, razonaba, la historia la escriben los vencedores, y la escriben mostrándose como los buenos. ¿Y si la Biblia muestra a Dios de esta forma porque ellos ganaron la guerra contra las otras religiones?. Por supuesto, mi razonamiento está lleno de fallas. No hace falta que usted las busque y me parece innecesario escribir por lo menos tres entradas más sólo para explicarme, así que va a tener que confiar en mi. Sólo intento explicar lo que por ese entonces pasaba por mi cabeza.
Varios años después, estuve a punto de morir. Pasé casi un mes en el hospital, donde no tenía mucho más que hacer excepto pensar. Hasta entonces, tenía la vaga noción de que si hacía cosas buenas, cosas buenas me pasarían. Pero después de lo que viví, y lo que presencie en los otros enfermos, me hizo más sentido la idea de que las cosas pasan sin ninguna razón. No hay causa y efecto, la idea de una recompensa por tu actuar en esa vida es simplemente un intento por un lado de la autoridad para impulsarte a hacer cosas buenas, y por otro una forma de hacerte creer a ti mismo que lo que haces está bien y esto te pone moralmente por encima de los demás y te deja dormir tranquilo. No digo esto hablando desde la herida, no llegué a este razonamiento con rabia ni resentimiento, no me siento particularmente traumatizado por lo que me pasó. Simplemente, me parece más probable.
Me parece lógico que una persona llegue a la edad adulta, cuando ya no hay padres que te guíen y te cuiden y sea uno el que tiene que preocuparse de todo ello, busque una figura superior, un padre de todos que con mano invisible guíe tu vida y te cuide. Porque estar solo y ser responsable de todo lo que te pase puede llegar a ser aterrador. No importa lo mucho que hablemos de lo importante que es la libertad, porque esta en realidad significa que todo lo que te suceda es de una forma u otra tu responsabilidad.
Me parece más razonable que las cosas no tengan sentido. Que la maldad no es necesariamente atribuible al mal sino que a la estupidez. Al azar.
Que el bien o el mal que haces no tiene repercusión ni significancia dentro de un sistema ordenado de causa y efecto, sino que sólo lleva peso en lo que tu valores de ti mismo, y que por eso hay gente mala que hace el mal y nunca le pasa nada. Porque para ellos, eso es el bien.
Que no somos el producto de un plan creador, simplemente aparecimos. Porque para ser parte de un plan perfecto ideado por un ser omnipotente, estamos llenos de fallas y errores.
Le tenemos tanto miedo a carecer de significado y propósito, que buscamos justificar nuestra existencia a través de la religión aunque con ello nos llevemos la lógica por delante. Porque nos es más importante el sentido que la razón.
El miedo es algo que rige nuestras vidas. El miedo a no tener a nadie que te proteja. El miedo a tener que decidir por ti mismo y equivocarte, y no tener a nadie a quien culpar excepto a ti mismo. El miedo a qué hacer, hasta donde llegar, y que todo lo que crees pueda estar equivocado.
Pero nada de esto me hace ser un cínico, o estar triste. Al contrario.
Porque el no tener el destino escrito, el no ser parte de un plan, nos permite elegir por nosotros mismos el significado que nosotros queramos de nuestras vidas, y decir que nuestros errores pero también nuestros logros son obra de nosotros mismos.
Yo elijo que ser feliz sea lo que le da significado a mi vida. Y eso me hace feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario