viernes, 28 de febrero de 2014

Mis recuerdos épicos del cine de los 80

Admito que odio prácticamente todo lo relacionado con los 80, y nada me provoca más rechazo que cuando la gente dice que esa época era lo mejor. Y que todo lo que ha venido después es una mierda. Que conste que me sucede exactamente lo mismo con los 90, y en general con cualquier generación. No porque odie cualquier cosa sobre la faz de la tierra, sino porque realmente me desagrada esa costumbre de la gente de pensar que la época que ellos vivieron es lo mejor de la historia de la humanidad y que todo lo que viene después es una mierda. Que los niños de ahora no saben lo que es bueno. Ugh.

Sin embargo hay algo que si me gusta mucho de los 80; las películas. Reconozco su calidad porque aún cuando las veo ahora, superan el test de la nostalgia. Sí, tienen horribles efectos especiales (no es que el CGI sea perfecto por lo demás) y las historias se contaban con un ritmo muy distinto, pero también me sorprende lo arriesgadas que eran. O sea, Lethal Weapon tiene un suicidio en los primeros 10 minutos, y un intento de suicidio hacia la mitad de la película. Ese tipo de cosas ya no se ven en las películas mainstream ahora.

Gran parte de estas películas las vi antes de los 15, y son una gran influencia en lo ñoño que terminé siendo. Fueron películas que me impresionaron y maravillaron, que me hicieron soñar e imaginar. A veces tan sólo por un detalle o una escena.

Los libros de ocultismo de Ghostbusters.

En la primera película, el recientemente fallecido Egon menciona el "Tobin's Spirit Guide", un libro de historia sobre cultos satánicos, demonios, fantasmas y otras entidades supernaturales de esta u otra dimensión. Casi me explota la cabeza con la idea de que algo así existiese realmente.



No encontré la escena donde mencionan al libro en la primera película, pero no importa mucho. Las dos películas hablan con frecuencia de este tipo de libros, fue mi primer contacto con la demonología y yo para ese entonces ya me sentía completamente fascinado con la idea de fantasmas y demonios (no tanto con los ángeles, que hasta el día de hoy me parecen principalemente aburridos). Cuando vi esa película no había descubierto a Lovecraft aún, así que fue mi primera noción sobre el ocultismo. Pero fue la forma de abordarlo la que más me gustó; en lugar de ser verdaderos creyentes (que siempre se ven tontos en las películas cuando uno es ateo de pequeño) eran científicos analizando un hecho objetivo. Era genial. Además, para aquel entonces ya había buscado en la biblia las partes que hablaban del infierno y todo eso, pero buscar en un libro como ese sin tener un ctrl + b es horrible. Y tampoco hay demasiada información al respecto ya que estamos. Prácticamente toda la mitología de ángeles y demonios es completamente apócrifa.

La bodega del final de Riders of the Lost Ark.

Después de que Indiana Jones derrota a los nazis y recupera el Arca en Riders of the Lost Ark (aunque teorías más modernas han probado que Indy no hizo prácticamente nada), aparece el gobierno norteamericano que promete guardar el arca en un lugar seguro, donde guardan ese tipo de cosas.
Tanto Riders of the Lost Ark como The Last Crusade siguen siendo de mis películas favoritas, y mientras escribo esto me doy cuenta de que tienen un montón de mitología esotérica cristiana y eso es gran parte del atractivo que les encuentro. 



Pero es esta idea final, la idea de que algo tan organizado como el gobierno norteamericano (O al menos en aquella época me parecía una institución seria y organizada. Tenía 12. No me pueden culpar por ello.) tuviese un lugar donde almacenaba y catalogaba objetos sobrenaturales me parecía increíble. La escena está diseñada para que tu cabeza diga "quiero saber qué hay en cada una de todas esas cajas". Pocas escenas me han estimulado tanto la imaginación.

He vuelto a encontrar varias veces el mismo concepto en otros medios, pero sigue fascinándome. The X-Files también tuvo una escena similar donde guardaban un implante alienígena en una habitación llena de otras muestras. La idea central de Friday 13th The Series era parecida. También está Warehouse 13, que se transformó rápidamente en una de mis series favoritas, añadiendo varios toques steampunk. Pero mi favorito es el recientemente descubierto The SCP Foundation. Usando el formato de Wiki, consta de una gigantesca colección de archivos que relatan con tono de informe secreto gubernamental un objeto, ente o suceso paranormal escondido de la opinión pública por la seguridad de la raza humana. Los casos varían entre objetos cotidianos con efectos incluso graciosos a pesadillas lovecraftianas completamente aberrantes. Algún día escribiré más sobre eso.


Los comerciales de Robocop.

No voy a hablar de la película en sí porque merece un posteo completo. Fue una de mis películas favoritas de niño y sigue siéndolo hasta el día de hoy, donde las predicciones de un Detroit semi apocalíptico terminaron siendo completamente reales. Pero dejando aparte la película en sí, hay algo realmente increíble con sus comerciales.



Hay un cierto Status Quo el que nosotros como sociedad no cruzamos. A pesar de todas las diferencias que tenemos, los distintos puntos de vista en sexualidad, política y religión, hay ciertos límites dentro de los que nos movemos que son relativamente constantes. Por ejemplo, aunque produzcamos películas de ciencia ficción futuristas (estoy hablando de lo mainstream), los niños siguen siendo algo cuya inocencia se debe proteger y cuidar. No insensibilizar respecto a los horrores de la guerra y la crudeza de la política internacional al trivializar estos conceptos en un juego de mesa. Familiar.



Aunque quizás si hemos llegado a ciertos extremos en los que la vida de alguien, si incurre en delito, no merece ser preservada. Al menos ciertas personas así lo piensan.

Los comerciales de Robocop toman elementos que normalmente no aceptaríamos como algo cotidiano, y lo muestran como algo tan aceptado y comercializado sin culpa como lo es un comercial. Ese detalle es lo que ayuda a sumergirse y entender el futuro en el que se encuadra Robocop.

Bonus Track: Aunque está muy lejos de los 80, la propaganda militar de Starship Troopers- También dirigida por Verhoeven, satiriza la mentalidad de guerra usando elementos de ciencia ficción y propaganda real de la Segunda Guerra Mundial.




La fantasía urbana de Big Trouble in Little China




La idea de la Fantasía Urbana ya estaba dando vueltas antes de los años 80, aunque fue por ese entonces que realmente se materializó. Para mi, la primera vez que vi una mezcla de vida urbana (Barrio Chino, trabajadores de puerto, San Francisco) y magia junto con temas sobrenaturales. Y aluciné.
Creo que fue Stephen King quien dijo que el terror clásico era algo que sucedía en un castillo lejano en algún lugar de Europa, pero lo que él hacía era terror que transcurría en tu cocina. Aquí se aplica la misma lógica, en lugar de restringir la magia a la época medieval, antes de la Iluminación y la aparición del pensamiento científico, trae todos estos elementos a una ciudad moderna. En mi caso, amo las ciudades desde niño. Los bosques, sólo de visita y en pequeñas dosis.
Más tarde leí algunos libros del género, descubrí el comic de Hellblazer, vi Highlander (¡Peleas de espadas en callejones de la gran ciudad!), y mucho más tarde llegó Buffy, Supernatural y ahora Grimm, Sleepy Hollow y Lost Girl.

Bonus Track: La Fantasía Clásica.

No tengo muy claro las razones de fondo, pero alguien en Hollywood decidió que era muy buena idea ponerse a hacer muchas películas de Fantasía. Estamos hablando del genero en forma clásica, historias ambientadas en una época que mezcla lo medieval con la magia en diversos grados de seriedad y éxito. Por un lado estaba el trágico romanticismo de Ladyhawke, el romanticismo humorístico de The Princess Bride, las aventuras graciosas de Wilow, o la seriedad brígida de Conan.

Las Ciudades
Como dije antes, me gustan las ciudades. Mucho. Respeto la naturaleza, me encantan las montañas, los bosques y la playa, pero de lejos. Crecí en una ciudad (pequeña, pero ciudad al fin y al cabo) y ya estaba enamorado de ella. Después llegué a Santiago y pasé a ser de las pocas personas que realmente aman esta ciudad.

La ciencia ficción se concentra, en parte, en preguntarse cómo serán las cosas en el futuro. Una de esas cosas es, obviamente, las ciudades. No me había dado cuenta de esto hasta que empecé a hacer esta lista y me di cuenta de la cantidad de recuerdos que tenían en común la ciudad donde se desarrollaba la historia, a veces más que la historia misma.



Los Angeles en Blade Runner. La lluvia constante, los edificios gigantes, los autos que vuelan, la mezcla de culturas, las multitudes y los edificios vacíos, todo unido a lo que fue mi primer acercamiento al Cyberpunk. Un género que incluye ciencia ficción, ciudades, y computadores. Amor a primera vista.



A los 13 fui a ver Akira. Era una época en la que nadie sabía muy bien lo que era el animé ni que estaba entrando a ver una película que me influenciaría para el resto de mi vida y que claramente debía ser para mayores de 18. No habían más de 10 personas en la sala. Y entonces, empieza una toma extendida de una ciudad increíble, sólo para ser destruida y reemplazada por otra ciudad aún más increíble. Y con motos.




Pero no hace falta que una ciudad sea de ciencia ficción para ser genial. Gotham City de Burton es oscura, gigantesca, siniestra, y... bueno, gótica.

Todas estas ciudades me fascinaron en su momento, por ser tan distintas a las ciudades reales pero a la vez, tan similares en algunos aspectos. El diseño es frecuentemente poco práctico, pero para eso están las películas. Para mostrar cosas geniales, no prácticas y mundanas.

El futuro Post Apocalíptico.

Mucho antes de Fallout, Walking Dead, Revolution, The Last of Us y Resident Evil, en los 80 aparecieron varias películas post apocalípticas fruto del pánico nuclear de la guerra fría que desaparecieron abruptamente después de la caída del muro de Berlin y que ahora vuelven a estar de moda.




Mad Max era brutal. Principalmente, porque lo que recuerdo es que fue una de las pocas películas que mis padres dudaron en dejarme ver porque su nivel de violencia fue ampliamente publicitado. No recuerdo que me haya parecido realmente violenta en su momento, pero eso es quizás porque cuando uno es niño es mucho más insensible a ese tipo de cosas que cuando uno se hace viejo. Es con la edad donde uno se pone a pensar en que matar a una persona es en realidad algo terrible. Por eso son los viejos los que se preocupan de censurar cosas, mientras que los niños consumen violencia sin que les afecte mayormente.

La ausencia de ley, el caos, la violencia. Y los autos.



Escape from New York es una de las películas de acción mas ochenteras que existen. Un futuro lúgubre y fascista donde la solución al crimen era juntarlos a todos y levantar una muralla gigante para contenerlos. Lo cual ahora puede parecer extraño, pero en los años de Reagan donde New York era una de las ciudades más peligrosas del mundo, no parecía tan raro.

Hablando de lo Post Apocalíptico, no me he olvidado de Romero y su trilogía de zombies. Lo que pasa, es que pretendo hablar de eso extensamente, en el futuro.

Alienígenas en la cola del supermercado



Los alienígenas no eran algo raro en el cine de los 80. Estaban los aliens de Star Wars y los de Star Trek. En la televisión, los lagartos de V se escondían bajo apariencia humana. Pero en Alien Nation, los alienígenas buscaban refugio en la tierra y se incorporaban a la vida cotidiana. Y no fue sólo esa idea que en su momento me pareció realmente novedosa y revolucionaria, detrás estaba el concepto de los cambios sociales que los alienígenas producían en nuestra sociedad. No lo sabía por aquel entonces, pero fue este tipo de elementos de ciencia ficción lo que me hizo interesarme por la historia y los movimientos sociales.

Alienígenas y Soldados




Esta fue la primera vez que vi dos elementos que realmente me fascinaban, juntos. Por un lado, crecí viendo muchas películas de militares y batallas. La guerra, los soldados, la violencia y las armas son cool cuando uno es niño. Imagina que pones a todos esos soldados, en el espacio. Con armas gigantes y con scanners. En una nave espacial gigante, con una nave de descenso aún más genial, y un vehículo terrestre igual de genial.  Y a eso le sumas alienígenas. O sea.

No alcancé a ver todas las películas de los 80. Iba con frecuencia al cine, pero no tenía amigos que disfrutasen mucho de la ciencia ficción. Tampoco tuve VHS hasta los años 90, cuando mi hermana compró uno. Así que tres de las mejores películas de esa época las tuve que ver mucho después, algunas el año pasado. Pero seguían siendo geniales.




Pocas películas son tan bizarras como Bukaroo Banzai. La mezcla de elementos dispares y mezclados sin mucho cuidado me recuerda mucho la ciencia ficción de los años 60 y 70. Heinlein, K. Dick, Vonneguth. Hay aliens. Y viajes dimensionales. Y espadas. Con guitarras eléctricas.




They Live también es una película un poco rara. Porque tiene un personaje muy idiota, un ritmo desordenado, pero una idea muy poderosa detrás. El concepto de una invasión alienígena pasiva, que nos controla a través de la publicidad. Absolutamente genial.




Y finalmente Brazil, que me parece una versión mucho más arriesgada, rara, política y social que Blade Runner. Y fantástica en todo aspecto.

Antes de terminar, debo aclarar que dejé muchas películas fuera. Tanto Star Wars como Star Trek tienen tanto material, que hasta yo me aburro pensando en todo lo que quisiera escribir al respecto. Quizás en el futuro podría escribir sobre algunos elementos aislados, como para dosificar.

No olvidé Tron entre los recuerdos. Es sólo que tanto en ese momento como hasta el dia de hoy, me parece una película aburridísima.

Y para el final, los autos. No voy a hablar mucho sobre ellos porque basta mirarlos, hablan por sí mismos de lo absolutamente geniales que son. Sí, sé que dos de esos son de series, no películas. Pero son épicos. So shut up.





viernes, 21 de febrero de 2014

Salvar al universo y quedarse con la chica



La idea general detrás de Star Wars, es que el sobrino (spoiler alert: no es realmente el sobrino) de un granjero en un planeta sin importancia se ve involucrado en una rebelión que busca derrocar el imperio, y termina siendo capaz de ser el único en realizar el disparo que destruiría la amenaza a todo el universo con la ayuda de una fuerza espiritual en la que nadie creía, y que además termina salvando a una princesa (spoiler alert, la princesa es su hermana). Uno pensaría que las advertencias de spoiler no son necesarias, pero todavía hay gente que no ha visto estas películas. Y que aún así, se hace llamar gente.

Es cierto que en el cine hay de todo tipo de géneros. Pero el cine mainstream de Hollywood, con el que uno creció en los 80, seguía hasta cierto punto esa fórmula.

Bruce Willis salvaba un rascacielos y recuperaba a su esposa. Marty McFly tenía que salvar el presente y a su familia, y se quedaba con su novia. Kyle Reese y Sarah Connor salvaban el futuro aunque ella se quedaba sola (probablemente por ser mujer). Indiana Jones nos salvaba de los Nazis y se quedaba con la chica. Los Cazafantasmas salvaban el mundo y Venkman se quedaba con la chica. Luke Skywalker salvaba a todo el universo y se quedaba con la princesa. Casi.

Antes de seguir, quiero aclarar que no creo que esto haya sido la consecuencia de una conspiración cultural que buscaba imponer valores patriarcales en las nuevas generaciones. Más bien era el síntoma. Aunque a veces el resultado es tan condenadamente idóneo que sí parece ser a propósito. Menciono esto más adelante.

En Hollywood, tienen tan claro el concepto que resulta extremadamente difícil que una película de acción o ciencia ficción en la que el protagonista sea un héroe logre financiamiento si no tiene una historia romántica, de preferencia con un final feliz. Es por eso que hasta la fecha no hemos visto una película decente de Lovecraft.

Sé también que hay gente que no se toma particularmente en serio las películas, y que quieren pasar un buen rato, que todo termine como se espera que termine. Que ganen los buenos y haya un final feliz. Sin sorpresas. Sin desviaciones. A veces, esas son el mismo tipo de personas que tienen muy claro lo que es normal y todo lo que se desvíe de esa norma debe de ser corregido o ignorado.

Pero las películas no dan lo mismo. No sólo reflejan el mundo, sino que son parte de nuestra cultura y afectan la forma en la que vemos la realidad. La mayor parte de las personas piensan que es perfectamente posible, por ejemplo, que un disparo a las piernas puede detener a alguien en lugar de matarlo en segundos si se llega a perforar una arteria. O que los silenciadores realmente silencian un arma. O que los autos explotan al caer por un barranco.

Vuelvo a la idea original.

Salvar al universo y quedarse con la chica tiene detrás dos ideas muy potentes.

Por un lado, la idea de salvar el universo. En la mayor parte del cine de los 80 hasta la fecha, las personas que salvan el universo es alguien completamente normal que de repente se ve involucrado en una aventura. Puede luchar junto a personas que están totalmente familiarizados con el ambiente en que se mueven, a diferencia del protagonista, quien se destaca de los demás y gana porque tiene algo especial que los demás no tiene. Frecuentemente, es puro de corazón, o realmente quiere creer.

O sea, un pelotudo que sale de la nada logra dominar tecnología que no ha visto en su vida mejor que quienes han recibido entrenamiento, y salva el universo. La noción de que no hace falta ser especial, de que puedes ser alguien que no tiene absolutamente nada de especial excepto un buen corazón y la intención de hacer algo noble, y que basta con una leve pincelada de conocimiento técnico y religioso para transformarte en el mejor de la noche a la mañana, es un concepto sumamente peligroso. Porque para el que no tiene nada de especial, le da la idea de que no necesita trabajar duro y esforzarse, sufrir, para obtener un resultado. Sólo tiene que quererlo con muchas ganas.

La parte de salvar el universo es igual de grave que lo anterior. Porque detrás de la idea, está el concepto de que la única forma de dar sentido a tu vida, de destacarte y lograr aceptación y admiración, es hacer algo que no sea menos importante que salvar todo el universo. No quiero decir que salvar el universo, o el mundo, no sea algo noble. Pero no es práctico. Puedes pasar toda tu vida luchando por la naturaleza o los animales, vas a lograr pequeñas victorias, pero no un cambio significativo. No durante tu vida por lo menos. Quizás influencies a las generaciones posteriores, pero si además tienes la idea de que lo quieres todo y lo quieres ahora, te vas a frustrar. Mucho. Y si lo ves desde el punto de vista conspirativo, eso es bastante útil. Porque eso te da una generación que intenta hacer algo noble, falla, y luego se queda conforme con lo que suceda el resto de su vida porque ya lo intentó.

La vida raramente es así. Por lo general, lo que tenemos son victorias mundanas. Entrar y salir del supermercado sin comprar más de la mitad de las cosas que no fuiste a buscar y ajustándote a tu presupuesto. Llegar a fin de mes. Cocinar algo más que comestible. Mantenerse relativamente sano. Eso es lo que hace la gente normal. Eso es lo que tiene valor porque es lo que mantiene el mundo funcionando.

La idea de que una sola persona pueda cambiar el curso de la historia nunca es particularmente fructífero.
Son pocos los que lo han cambiado para bien. Y si uno examina la historia de cerca, nunca es una sola persona. Hay un líder, pero no hace todo el trabajo sólo. Aunque en términos de odiar a una sola persona es mucho más fácil reducir todo a Hitler, o generalizar hacia todos los alemanes, en lugar de darse la lata de entender los matices y complejidades de los acontecimientos y dar con los responsables.

En cuanto a la última parte de la idea: quedarse con la chica tiene toda una serie de connotaciones negativas. Que las mujeres son seres que no se validan a menos que tengan a alguien que las salve, incapaces de salvarse a sí mismas o salir de un problema sin la ayuda de un hombre. Que tu vida tiene que ser validada con éxito y con romance. Que una mujer debe de ser impresionada con algo que uno haga, en lugar de con quien es.

Hay más historias que no siguen ese patrón. Y son divertidas de ver, porque es un cambio. Y porque el mundo no es tan simple ni tan plano. Y porque creo firmemente que son las pequeñas cosas las que cambian y salvan el mundo, y no las grandes revoluciones.

Esta teoría (le digo teoría, no es realmente una teoría. Es una idea medianamente elaborada de esas que se le ocurren a uno cuando está en la ducha) explicaría por qué en las generaciones posteriores apareció Jackass y los primeros Reality. Gente que no podía hacer algo realmente importante se dio cuenta que no era necesario, que podían hacer una estupidez y ser igualmente famosos. La intención de hacer algo noble se cambió por la de hacer algo que te hiciese famoso. Y cuanto más estúpido seas, más famoso eres. Creo que por eso mi generación no tiene mucho respeto por el formato. La parte democrática, en la que cualquiera puede hacerse famoso gracias a que ahora puedes hacer música, o películas, o arte desde tu pc es genial, pero al final triunfa el que es más imbécil o la que es más puta. 

Una vez más, volviendo al tema. Salvar el universo, quedarse con la chica.

Todas estas ideas se fueron filtrando de una u otra forma en nuestra generación. Por lo general sin demasiada fuerza, pero es algo que está ahí. Y cuando llegamos a la adultez, a muchos les pasa que sienten que les falta algo. Que no están realizados. Que necesitan hacer algo importante. Algunos se meten a un gimnasio o prueban filosofías orientales y después las dejan tiradas. Y siguen huveando con que les falta algo pero no saben qué. Quizás no tenga nada que ver con todas esas películas, quizás es algo completamente normal en la naturaleza humana llegados a esa edad. 

Pero quizás es culpa Skywalker.

domingo, 2 de febrero de 2014

No me gusta ver televisión



Tengo un televisor. Es de esos grandes, de 42 pulgadas, y que hace parecer el living una sala de cine. Pasa la mayor parte del tiempo apagado. Lo uso para ver series de televisión, o películas desde un notebook. También para jugar con la consola, aunque cada vez menos. No está conectado al cable ni a una antena. Como televisor, el pobre se debe de sentir un poco frustrado. 

Es por eso que aunque tenga un televisor, no veo televisión.

Me ha pasado varias veces que cuando digo que no veo tele, la gente no me cree. Algunos incluso piensan que estoy mintiendo, que en realidad si veo televisión pero no lo admito para parecer más interesante, más inteligente, o alternativo. Como ya mencioné con anterioridad en otro post, hay personas que se sienten muy ofendidas cuando uno no hace lo mismo que ellos.

De niño veía tele. Muchísima.

Principalmente dibujos animados, por supuesto. Me levantaba temprano los sábado o domingos para ver tele, con cuidado de no despertar a mi padres. Como yo no andaba jugando con tijeras o haciendo fuego, sabían que podían dejarme solo durante un par de horas mientras ellos dormían hasta más tarde, pero lo que no sabían es que yo me despertaba a veces realmente temprano. Tipo 7 de la mañana. Así que veía tele desde esa hora hasta las 10 u 11, que era cuando se despertaban. Esas son bastantes horas viendo tele.

Por aquella época vivía en España, y la farándula (o como le decían los españoles, la prensa rosa) estaba prácticamente limitada a revistas, y no la tele. No existía el cable, sólo dos canales estatales y un tercer canal autonómico. Lo que veía sábados y domingo por la mañana y durante la semana por las tardes eran películas viejas. Recuerdo haber visto casi todas las de John Wayne, Cary Grant, Hepburn, Hichtcok. Y un montón de series de tv de los 80 que ya nadie recuerda, como El Equipo A, Lotería, Hotel, Starsky y Hutch y las Calles de San Francisco. Ya por aquel entonces descubrí que las series de TV no mantenían en el más mínimo sentido de continuidad, y eso me molestaba más de lo que tendría que haber hecho.

De niño no era muy buen estudiante, y por eso solía estar castigado sin poder ver tele. Esto era sin lugar a dudas lo más terrible que me podía suceder en toda la vida. 

No lo entendía muy bien por aquel entonces, pero en realidad lo que me gustaba eran las historias, todo tipo de historias, sin importar de donde venían. Me gustaba cuando mis padres contaban historias de su vida después de cenar, o cuando se juntaban con sus amigos. Yo me quedaba cerca de ellos jugando, pero siempre escuchando las historias. Pero por supuesto, la fuente de mayor cantidad de historias era la tele.

Un año, no recuerdo bien cual, estaba tan mal con mis estudios, que fui castigado sin tele indefinitivamente. 
Hasta entonces solía ser un castigo de una semana, de un mes cuando era algo excesivo. Pero esa vez, creo poder decir sin exagerar que estuve casi todo un año sin ver tele.

Sé que la memoria distorsiona los recuerdos, sobre todo los de la infancia. Pero si saco las cuentas, el año escolar en España empieza en Septiembre y termina en Junio. El primer informe de notas llegaba a finales del primer trimestre, así que el castigo debe de haber empezado en Noviembre. Recuerdo con claridad que aquel año tuve que pedir permiso para ver tele el día de mi cumpleaños, así que todavía debo de haber estado castigado en Abril. Y cuando terminó el año sin haber repetido aunque pasé raspando, mis padres me levantaron el castigo a regañadientes como para que pudiese ver tele durante el verano. Pero ya había pasado mucho tiempo sin tele.

No ver tele no me hizo un mejor estudiante ni por si acaso. Pero si me hizo dejar de ver televisión, hasta el día de hoy. Cuando se terminó en castigo de un año sin TV en cierta forma perdí el interés y la pasión con que veía tele de niño. Además que después de ese vinieron bastantes más castigos por el estilo hasta que mi historial de ver televisión tuvo lagunas tan grandes que no podía seguir ninguna de las series que veía. Por cierto, mis notas jamás mejoraron.

Después de entender que lo que me gustaban eran las historias, me salté el intermediario que es la tele y empecé a ver series directamente, temporadas completas y sin comerciales. Y veo muchas series. No, en serio, muchas. No se trata de seguir una o dos. Ni siquiera una docena. Son más o menos unas 20.

Además, querido lector, como ya habrá imaginado a estas alturas, no me contento con ver series. Analizo las series. Entiendo los personajes, comparo las historias, disecciono los argumentos. Porque cuando uno tiene el hábito de sobre pensar las cosas, imagina lo que pasa cuando tienes un montón de realidades ficticias aparte de la realidad en la que vives. Y los agujeros de guión. Esos son los mejores, porque cuando los descubres te hacen sentir más inteligente que los escritores de la serie. Aunque esa sensación de triunfo suele estar basada en una falsedad. Algunos agujeros de guión son genuinamente reales, pero la mayoría están producidos por problemas de edición y por productores que meten mano y hacen cambios según les da la gana.

En fin, no veo tele pero sigo viendo tele. Es complicado pero tiene sus ventajas. No tengo que hacer zaping, por ejemplo. Cuando hemos estado de vacaciones, y volvemos medio muertos al hotel después de cenar, solemos ver tele un rato antes de dormir. Uno puede pasar, fácilmente, una o dos horas saltando de canal en canal sin hacer nada en concreto. Si esas dos horas las paso jugando, puedo terminar un juego promedio en una semana. No ver tele es una forma de usar ese tiempo en otras cosas. Esa es la razón por la cual me termino uno o dos juegos al mes.

Si a la televisión sacamos las películas y las series, lo único que queda son las noticias, los realities y concursos de talentos, y la farándula.

Ver noticias en la tele es una muy mala idea. Porque la misión de las noticias en la tele no es informarte. Es darte miedo.

Esto no es necesariamente producto de un plan maquiavélico ideado por la gente que está en el poder para inducir el miedo en la población y que esta acepte de mejor grado las políticas restrictivas de privacidad y libertad o para que tengan una opinión más favorable de instituciones opresivas como la policía. Pero la única razón por la cual no creo en eso, es porque la estupidez es más abundante que la maldad.

La estupidez en este caso es la codicia de las cadenas de televisión y su interés en liderar en sintonía, haciéndoles emitir noticias cada vez más violentas y macabras para usufructuar del morbo del espectador, y de esa forma ganar puntos de rating y dinero. No les importa que la población termine con desórdenes mentales por el bombardeo de noticias violentas. No quiero decir que no pasen cosas malas en el mundo. Pero si agarran la noticia de un asesinato y le dan como bombo en fiesta durante una semana, está más que claro que la intención no es precisamente informar.

Me mantengo informado de las noticias, pero a través de internet. Allí también hay manipulación en las noticias, pero uno tiene más puntos de origen, lo que permite analizar más puntos de vista y entender mejor lo que está sucediendo.

Lo concursos de talento me aburren, pero no tengo mayor argumento en contra de ellos. Excepto que me dan la impresión de ser versiones modernas de coliseos romanos donde uno decide el destino de las personas, y eso me parece raro.

Los reality y los programas de farándula, son otra cosa.


Algo que me quedó de toda esa época de infancia y televisión, fue una idea que mis padres tuvieron mucho interés en inculcarme, y es que la tele no es realmente importante. 

Creo que fue la forma en la que mis padres reaccionaron ante un hijo al que realmente le gustaba mucho, quizás demasiado, ver series y películas. En algún punto les preocupó que yo no fuera capaz de distinguir y separar la vida real de la fantasía. Pero ese no era un problema para mí, por lo menos no después de los 6 o 7 años. No creía que nada de lo que veía era enteramente posible o real, simplemente lo disfrutaba más de lo que ellos podían comprender. Además, no soy una persona fanática religiosa, ellos son los que tienen problemas para separar entre la vida real y sus libros religiosos.

Pero esa idea de que ni la tele no era realmente importante implicaba que por alcance, la gente que aparecía en la tele tampoco eran realmente tan importante. 

Esa es probablemente la razón por la cual nunca he participado ni entendido muy bien la idea de las celebridades, de que la gente que sale en la tele sea famosa y deba ser tratada de forma especial. Son simplemente personas que están haciendo su trabajo, algunos pocos lo hacen realmente bien, pero la mayoría simplemente son gente bonita, o personas que pensaron que sería una buena idea vender su vida al público. No necesitas mucho talento para salir en la tele, cualquier idiota puede hacerlo. Y si no me cree, agarre una revista de farándula  y vea la gente que sale en ellas. La mayor parte de ellos no son idiotas.

La otra razón por la cual no me logro enganchar con el fenómeno de la adoración a celebridades, es gracias a Axl Rose. Hasta el día de hoy me gusta mucho Guns n' Roses. En mi opinión, muchas de sus canciones son las mejores en su género, y los escucho casi con la misma frecuencia que lo hacía cuando los descubrí, en los primeros años de mi adolescencia. Junto con descubrirlos, también descubrí que Axl era un maldito idiota. Y ahora que entiendo suficiente inglés como para saber lo que está diciendo sin tener que traducir la letra o estar leyéndola, me doy cuenta de que además el tipo era un racista egocéntrico e ignorante. A tí te miro, "One in a Million". Me encanta la canción, pero cuando la escucho me da un poco de vergüenza ajena por la letra.

Pero Axl me enseñó algo muy importante. Da lo mismo si eres un genio o si tu trabajo es realmente bueno, eso no te salva de ser un puto idiota. Así que aprendí a separar las dos cosas muy bien. Me encanta Metallica, pero no tendría ningún interés en conocerlos, jamás se me ha pasado por la cabeza ir al aeropuerto o al hotel cuando han tocado en Chile, y tampoco pagaría por estar en primera fila para tenerlos más cerca. Y lo mismo me pasa con actores de cine, por mucho que me gusten sus películas, o con la gente de la tele. Además a varios de estos últimos tuve la oportunidad de conocerlos en persona cuando, para pagar mis estudios, trabajaba en el mall. ¿Han escuchado eso de que si uno quiere conocer a una persona realmente, no hay que fijarse en como te trata así sino que como trata al camarero? Bueno, yo no era camarero, pero la idea es más o menos la misma. Y la mayoría de esas personas no se diferenciaban en lo más mínimo del resto de los clientes que no salían en la tele.

Ya tengo mi porción diaria de estupidez humana en los comentarios de la gente en internet como para demás sentarme a ver gente estúpida haciendo estupideces, y después a más gente estúpida comentando las estupideces que hizo la gente estúpida como si sus estupideces fuesen lo más importante del mundo.

Quizás a usted le guste ver programas de talento o ver deportes. Quizás le guste ver realities con gente estúpida porque le hacen reír, y sentirse bien por no ser idiotas como ellos. Quizás ve tele porque eso le da algo que conversar durante la hora de almuerzo en la oficina. 

Pero yo no tengo por qué hacer nada de eso. Yo puedo usar ese tiempo haciendo otras cosas.

No me creo más o menos inteligente o interesante por no ver tele. De la misma forma que creo que ver tele no te hace más o menos inteligente.