sábado, 25 de enero de 2014

Mass Effect



Introducción breve: Mass Effect es un juego de ciencia ficción ambientado en el espacio, con alienígenas, robots, naves espaciales, muchos disparos y explosiones, aventuras, romance, y un protagonista intentando salvar el mundo. Eso es más o menos todo lo que necesita saber antes de seguir leyendo.

Nunca he sido bueno para hacer listas de libros o películas favoritos. Tampoco series, comics o videojuegos. Me gustan, con distintos grados de entusiasmo, pero no podría poner uno sobre otro. Así que no diría que Mass Effect es mi juego favorito, pero si puedo decir que es el que más veces he jugado.

14, para ser exactos.

Si usted, querido lector, no es un consumidor regular de videojuegos, es difícil determinar si jugar 8 veces el mismo juego es mucho o poco. Así que permitame aclarar que eso significa, aproximadamente, entre 30 y 40 horas por juego. O sea en total, un poco menos de 500 horas. Y desde la semana pasada, empecé a jugarlo de nuevo.

Quizás también le cueste entender por qué alguien repetiría un juego tantas veces, aunque podría comprar la experiencia con la de un libro o película que haya visto muchas veces. Eso le daría una idea aproximada, pero lamentablemente inexacta. Porque la experiencia de los videojuegos no es particularmente análoga. Pero voy a intentar explicarla.

Para empezar, Mass Effect es una trilogía. Así que si contamos los 3 juegos como uno sólo, lo he jugado 2 veces y tres cuartos. ¿Por qué tres cuartos? Porque a diferencia de la mayoría de los juegos, no solamente la historia continúa entre Mass Effect 1, 2 y 3, sino que tu personaje también se transporta. Esa es parte de la gracia. Y cuando iba empezar a jugar el 3, me di cuenta que por error había borrado mis partidas guardadas, y eso es muy terrible (más adelante explico por qué). Así que tuve que jugar Mass Effect 1 y 2 nuevamente, cada uno dos veces. También explico más adelante por qué.

Puedo decirlo de otra forma: dentro del género prefiero Mass Effect por encima de Star Wars y de Star Trek. Si usted es uno de mis lectores ñoños, sabrá entonces que la cosa es realmente seria.

¿Por qué me gusta tanto? Varias razones.

Una de ellas, es porque Mass Effect 2 tiene a mi gusto la mejor introducción en la historia de los videojuegos.




El resto de las razones, las explico con más detalle.

Porque puedo jugar con un personaje femenino.




Para muchos de mis amigos jugadores, esto es un punto levemente controversial. Digo levemente porque se limitan a decirme hueco y no se le da más vueltas al asunto, pero por supuesto es un tema que en otros rincones de la red se ha tratado con muchísima más profundidad. Mis razones son muy simples; por un lado es estética. En un juego en tercera persona pasas la mayor parte del tiempo viendo la espalda de tu personaje. Es mucho más atractivo para mi que ese personaje sea una mujer a que sea un hombre.

Por otro lado, me gusta mucho la narrativa que tiene buenos personajes femeninos, y ese es exactamente el caso del Comandante Shepard. Y finalmente, por Jennifer Hale. Ella es la actriz que pone la voz en todos los juegos de Mass Effect, y la calidad de su trabajo es no sólo notable sino que muy superior a la versión masculina del Comandante Shepard. Aquí puede ver la voz de la versión masculina de Shepard, y desde 00:30 el mismo discurso hecho por la versión femenina.

Porque puedo elegir.



De niño, me encantaban los libros de Elige tu Propia Aventura, los que después salieron para Dungeons and Dragons. Ya de niño, al ver una película o leer un libro, las decisiones de los personajes me parecían un poco idiotas y me preguntaba qué hubiese sucedido si la elección hubiese sido distinta. Por supuesto, el mundo de los juegos también se lo preguntó, y por características innatas del medio resulta que ese tipo de elección es mucho más fácil de hacer en los videojuegos que en películas o libros.

En Mass Effect las elecciones van por lo general ligadas a un valor moral. Shepard es un héroe no importa cómo se juegue, pero el tipo de héroe puede variar. Puede ser un Shepard noble y altruista, o un Shepard pragmático y de gatillo fácil. Esa es la razón por la cual cada Mass Effect lo he jugado dos veces, porque completar la historia siendo héroe es muy diferente de hacerlo siendo anti héroe. De eso depende si tu personaje es admirado o temido. Los diálogos cambian, las misiones cambian y gracias a la característica de importar tu personaje entre un juego y otro, el universo en el cual juegas también cambia.

Si decides matar a uno de los personajes en Mass Effect 1, toda la raza va a tener una actitud distinta hacia ti y el resto del universo en Mass Effect 2, y cuando llegas a Mass Effect 3 esta raza se puede transformar en un aliado importante o un enemigo a temer.

Porque es un Space Opera.



Es decir, una historia de ciencia ficción que tiene mucho más ficción que ciencia. El viaje interplanetario es instantáneo, hay varias razas mayoritariamente humanoides y casi todas antropomórficas las cuales se entienden perfectamente entre ellas, forman parte de una federación interplanetaria y tienen relaciones diplomáticas, económicas, y por supuesto románticas. O sea, como ciencia ficción no es particularmente seria, pero es muy, muy divertida.

Pero también tiene detalles sutiles. Algunas especies no son humanoides, como los Elcor, quienes además al hablar no pueden imprimir emoción en sus voces por lo que se ven obligados antes de decir cualquier oración, aclarar primero el estado de ánimo con el cuál la están diciendo. Otro detalle es que a diferencia de muchas space opera, en Mass Effect la humanidad no es gran cosa. Durante el primer juego ni siquiera forman parte del Consejo de la Alianza de Planetas, el resto del universo no se fía de ellos y suelen menospreciarlos.

Por los personajes.



Mass Effect tiene un sólo protagonista (que puede ser hombre o mujer a elección), pero más de veinte personajes secundarios, y todos son importantes. Cada uno de estos personajes tiene una personalidad característica, una historia completa detrás que explica sus motivaciones y su forma de ser, una forma específica de reaccionar ante las elecciones de Shepard y los acontecimientos a medida que se van desarrollando. El viaje entre el primer y el tercer juego los afecta a todos, y cada uno de ellos termina siendo un personaje muy distinto al que era al principio. Y en la mayoría de esas ocasiones, es tu forma de jugar la que va produciendo los cambios que van teniendo.

Ya incluso al final del primer juego, pero sobre todo al terminar la trilogía, los personajes se han transformado en poderosos elementos de la historia. El destino de ellos o la muerte de algunos es algo profundamente emotivo, de la misma forma en la cual uno sufre un mini trauma cuando muere un personaje en tu libro favorito, sólo que aquí el destino de cada uno de estos personajes, a diferencia de los libros, ha sido influenciado por tus decisiones. Así que además de triste, te sientes culpable.

Las misiones.

Como todo juego de Rol, Mass Effect tiene una misión principal y docenas de misiones secundarias. Uno puede centrarse solamente en la misión principal y terminar el juego en unas 8 horas en lugar de 30. Obviamente, esto significa que gran parte del transfondo del universo de Mass Effect se pierde si uno juega apurado. Son las misiones secundarias las que te dan la oportunidad de explorar a fondo las razas que pueblan el universo, los personajes que juegan a tu lado. En el caso de Mass Effect 1, si no juegas las misiones secundarias no tienes ni perra idea de quién es Cerberus, que es la organización principal en Mass Effect 2. Particularmente en el caso de Mass Effect 2, si no juegas las misiones secundarias que conciernen a tus aliados, la mayoría de ellos mueren al finalizar el juego y no están disponibles en Mass Effect 3, cortando partes de la historia.

El universo.

El universo de Mass Effect es complejo, y muy extenso. Son 10 razas principales, cada una con su propia historia, sus propios personajes y su propia identidad. Una de mis razas favoritas son los Quarianos, humanoides especializados en ingeniería robótica quienes en algún punto de su historia desarrollaron androides con inteligencia artificial. Estos androides cobraron consciencia propia, ante lo cual sus creadores intentaron eliminarlos. Esto desembocó en una guerra que hizo que sus creadores, los Quarianos, fueran expulsados de su planeta natal. Incapaces de sobrevivir en otros planetas por su delicado sistema inmunológico, los Quarianos tuvieron que construir trajes de aislamiento los cuales no se sacan nunca a riesgo de morir en minutos, y se vieron obligados a vivir en una flota de cientos de naves, desarrollando una cultura nómade en la cual cada miembro debe de pasar un rito de iniciación en el cual hace un perigrinage fuera de la flota, y no pueden volver si no es con algún elemento de utilidad para la supervivencia de su pueblo o para contribuir en la incesante búsqueda de una forma de derrotar a sus creaciones y volver a su mundo natal. Shepard conoce a un miembro de esta raza en Mass Effect 1, y a la altura de Mass Effect 3 de Shepard depende si logran su objetivo.

El balance entre el dramatismo y el humor.

Mass Effect no es solamente una historia épica y seria sobre salvar el universo, como parece a primera vista. Tiene humor, muchísimo humor. Algunas veces el humor viene de personajes específicos, otras veces es aún más chistoso cuando viene de personajes habitualmente serios y oscuros. Y otras veces lo que empieza siendo algo gracioso, como un personaje emborrachándose en el bar, termina siendo profundamente oscuro y siniestro.




Mass Effect es épico.

La historia a lo largo de los 3 juegos, es principalmente salvar el universo. No es el argumento más original del mundo ni algo que nunca se haya hecho, pero no siempre se acierta en el intento de empezar una historia de forma íntima, con pocos personajes haciendo una misión normal, hasta llegar a una docena de personajes liberando la última batalla por la vida de todas y cada una de las especies del universo. El trailerd de Mass Effect 3 ilustra perfectamente este proceso:




O sea, resumiendo, se puede decir que el juego me gusta. Mucho.

Ahora voy opinar desde un punto más técnico. Así que a menos que usted, querido lector, le interese eso, siéntase libre de saltarse hasta el último párrafo. Para la despedida, porque no soy un roto.

<Nerd Mode ON> No es un juego perfecto. Es un juego lento, muy lento. La mayor parte de la historia se cuenta en diálogos, y diría que de las 30 horas que dura cada juego por lo menos 20 son diálogos. El resto es ir disparando como cosaco a todo lo que se mueve para ir avanzando en la historia. Porque después de todo es un videojuego y de alguna forma uno se tiene que entretener.

Mass Effect 1 es un juego viejo, con una gráfica que ahora no parece ser gran cosa y una jugabilidad muy compleja, muy de RPG clásico. El árbol de habilidades es gigante, el manejo de inventario es horroroso y la administración del escuadrón es tediosa como mínimo. La exploración de planetas es abordo de un vehículo de tierra y es en su mayoría. desesperante.

Mass Effect 2 tiene mucho menos rol, hasta el punto que más bien parece un juego de acción. Pero de los buenos. Las misiones son más largas y mejor ilustradas, y cada desembarco en un planeta es distinto en lugar de los escenarios copy paste del primer Mass Effect.

Mass Effect 3 entendió que para estas alturas, después de dos juegos con tu Shepard propio y favorito, lo que más te importaba era verlo en buenas condiciones para terminar la historia. Y decidieron cagarse en tus esperanzas. La importación de tu personaje se hace bien en el sentido de que tus elecciones y decisiones quedan bien representadas, pero visualmente, el aspecto de tu personaje es una mierda. Así de claro.

Mucha gente se sintió decepcionada con el final de la trilogía. Después de dos juegos tomando decisiones que alteraban el destino de la galaxia, que toda esa diversidad se viera reducida a tres posibles finales les pareció insultante. A mi, no tanto. Primero, porque me importa más el desarrollo que el final, eso es lo que le hace a uno ser fan de Stephen King. Segundo, porque era poco práctico hacer 25 finales distintos, y no hay TOC que te aguante intentar probarlos todos. Si me pareció fome que después de tanto tiempo con tus personajes estos desapareciesen en la batalla final así como así, pero el DLC de The Citadel arregla eso y lo deja perfecto. En cuanto a los personajes. Porque respecto a la calidad del final, meh. Podría haber sido mucho mejor. Pero no es malo. </Nerd Mode OFF>

Estimado lector no gamer, si a estas alturas no lo he perdido, por favor sígame por aquí que ya estoy terminando.

Para cerrar, Mass Effect es en mi opinión uno de los mejores juegos que he disfrutado en mi vida. No sólo disfruté como chancho con el juego, la historia y sus personajes, sino que fue el primer juego que me dio la impresión de que ya no se intentaba imitar al cine a la hora de que un juego contase una historia. Por el contrario, los juegos encontraron su voz propia y esta era mucho más espectacular que cualquier otro medio.

sábado, 18 de enero de 2014

Hablando de la Libertad




Estando en colegio, tuve un profesor de filosofía. Decir que era especial sería quedarse corto. A diferencia de la mayoría de los profesores de filosofía que se ubican en el rango de viejo latero a hippie volado, era más parecido a un general bajo dictadura. No he visto profesor más efectivo para educar en todo caso.

Una de las cosas que nos dijo, fue que nosotros temíamos la libertad. La idea nos pareció obviamente estúpida, a los 16 años lo único que quieres es libertad y lo sabes perfectamente. Pero después entendí.

Muchos años antes, cuando estaba en educación básica en España, una monja nos hacía religión y nos decía que no había que confundir la libertad con el libertinaje. Su método de educación consistía en repetirnos cosas que al menos en mi caso no entendí muy bien es ese momento, pero que por cansancio quedaron grabadas en mi memoria. En ese momento no comprendía la diferencia entre ambos conceptos, pero al final eso también lo entendí.

He conocido a muchas personas, curiosamente siempre hombres, que se quejan de su falta de libertad.

Algunos dicen que sus esposas, o parejas, o hijos, no le dan la libertad para hacer todo lo que ellos quieren hacer. Otros se quejan de que el trabajo, la sociedad y la vida en ciudad los restringen y les impiden hacer lo que les gustaría hacer.

Cabe entonces preguntarse qué chucha es lo que quieren hacer.

Porque si me dicen que ser libres significa no tener jefe y hacer lo que uno quiera, están puro hueando.

Tengo amigos independientes, que no tienen jefe. Eso sólo les hace las cosas más difíciles. Siguen teniendo que trabajar, cumplir plazos, pagar impuestos, mantener un negocio, un personal, una clientela. Tienen la libertad de no tener a un jefe obligándolos a hacer cosas que no quieren, pero siguen teniendo clientes cumpliendo exactamente la misma función.

No existe tal cosa como no rendir cuentas a nadie, vivir sin responsabilidades y sin tener que responder a nadie excepto a uno mismo. Nunca ha existido.

El hombre desde sus inicios ha tenido que trabajar para sobrevivir. Antes del dinero, antes de las ciudades, el hombre ya tenía que pasar gran parte de su día cazando o recolectando comida. Y no era feliz haciéndolo. Existe una muy buena razón por la cual hayamos terminado desarrollando supermercados. Porque vivir sin saber si vas a poder cazar algo que comer al día siguiente, expuesto a los elementos y con la alta posibilidad de que tu comida te ataque de vuelta u otro depredador te mate para obtener esa comida o transformarse en la suya, no es una forma agradable de vivir.

Y el problema no era solamente la comida, sino que sobrevivir a otros grupos que querían invadir tu territorio, tu zona de caza o la cueva donde vivían. Porque no, las naciones y los políticos no inventaron la guerra. Eso viene de antes. Casi desde el principio. En ese entonces sólo sobrevivía el grupo de personas más grande, pero para vivir en ese grupo tenías que aceptar las reglas de convivencia entre ellos. Esas reglas después se transformaron en leyes. Los políticos llegaron mucho tiempo después.

Pero siempre hemos tenido que vivir en sociedad. Y eso significa tener que atenerse a un conjunto de reglas y normas, donde el hacer lo que te sale de los cojones no está particularmente aceptado. La idea de vivir libre de todas las ataduras de la sociedad no es un arquetipo primigenio, es un producto de consumo de los años 60.

La generación anterior, que había pasado por la Primera y la Segunda Guerra Mundial y que sabía lo difícil que podían llegar a ponerse las cosas, les dieron a sus hijos todo lo que a ellos les faltó con la esperanza de darles una vida mejor. Terminaron criando una generación complaciente, que no sabía lo que era el sacrificio y el dolor y que pensaban que lo más terrible y opresivo que te podía pasar en la vida era tener que respetar las normas del tránsito.

El rebelde rockero en motocicleta sirvió para vender discos, para vender motos, para vender lentes de sol y chaquetas de cuero. Y perpetuar la idea de que la mejor forma de expresar tu inconformismo era quejándose de forma llamativa y vistiéndote distinto, lo cual ahora sabemos que no tiene absolutamente ningún valor o peso para cambiar las cosas. El mundo se cambia desde adentro del sistema, con leyes y empresas, no desde afuera con pancartas.

Por otro lado, si me dices que ser libre es hacer lo que tu quieras sin tener que rendir cuentas a tu pareja, salir con tus amigos cuando quieras, donde quieras y hasta la hora que quieras, ver lo que tu quieras en la tele, comer lo que tu quieras y hacer lo que tu quieras, lo que buscas no es libertad. Es ser sin restricciones, sin preocuparte del bienestar de quien tienes al lado sino que sólo tener en mente tu propio placer. Eso es, simple y llanamente, egoísmo. Es libertinaje. Y si tanto te importa hacer lo que tu quieres, y tan poco te importa que tu pareja sea feliz contigo, mejor quédate sólo porque así salvas dos vidas. Porque eso, no es libertad.

Libertad es poder elegir. Es tener conocimiento completo no sólo de tus posibilidades, sino que también de las consecuencias de tus elecciones. Cualquier otra cosa es egoístamente hacer lo que te de la gana, esperando además que el resto del mundo esté completamente de acuerdo con lo que tu haces, nadie se ofenda y todos te encuentren la razón.

Y el motivo por el cual la libertad es tan aterradora, es porque al ser algo que uno elije con plena consciencia, todas las consecuencias de tu elección son de tu entera responsabilidad. Si alguna vez has sentido terror y angustia ante una elección que pueda cambiar tu vida, eso es libertad.

Tu puedes ser libre. Ir al colegio es obligatorio, pero tu puedes elegir no cursar estudios superiores, puedes elegir no tener un trabajo, puedes elegir no seguir la ley, no ver TV y no seguir las noticias. Puedes elegir todo eso, nadie te está poniendo una pistola en la cabeza. Porque eres libre. Pero también tienes que estar dispuesto a asumir las consecuencias de elegir no hacer nada de eso.

jueves, 9 de enero de 2014

La nostalgia y la inocencia.



La primera vez que leí Demian estaba en el colegio, y fue uno de esos libros que me marcó profundamente. Recuerdo en particular una escena en la que una mañana Sinclair se sienta en la acera, aún borracho de la noche anterior, y ve cómo las familias salen de misa en una iglesia al otro lado de la calle. Durante la mayoría de la primera parte, la novela habla de la inocencia de la infancia, la pureza al interior del hogar cuando este es todavía un micro universo a salvo del resto de la realidad.

Todavía recuerdo, al menos a grandes rasgos, ese momento en la vida en el cual el mundo es solamente lo que mamá y papá te han dicho que es. Si uno tiene suerte, como en mi caso, el mundo que pintan es bastante decente, la gente es buena, el gobierno no miente, los buenos ganan y los malos pierden. Esto, por supuesto, es una mentira. Pero uno no puede culpar a los padres de evitar exponerle a uno a los horrores del mundo a tan temprana edad. Es parte del instinto de protección. Pero sigue siendo una mentira.

Con frecuencia he escuchado a gente mirar con nostalgia la infancia. El momento en el cual todavía eran inocentes, antes de que la vida se pusiera de por medio. Nunca he podido compartir esa idea porque me produce mucho rechazo que una persona adulta admita que prefiere una vida en la cual su impresión del mundo era, básicamente, una mentira.

Los adultos miran a los niños y se admiran de la inocencia de esa edad y dicen que les gustaría volver a esos años donde no habían preocupaciones. Eso demuestra que la gente tiene muy mala memoria, y que por otro lado una forma muy cuadrada de ver la vida.

La inocencia en la infancia no es más que la ignorancia respecto a los aspectos más oscuros y siniestros de la vida. Por lo menos, para quienes tuvimos la suerte de no ver nuestra infancia interrumpida por un hecho violento. La mayoría pasa sus primeros años protegido del mundo exterior hasta que llega ese momento en el cual la inocencia termina, el mundo deja de tener soluciones simples y realidades mágicas.

Debo hacer un inciso para aclarar que por lo general, son los mismos padres los que producen esa herida. Son ellos los que mintieron a sus hijos hablando de un mundo de Ratoncito Perez, Conejo de Pascua y Papa Noel. No entiendo muy bien por qué se lamentan tanto del daño que les va a causar a sus hijos descubrir que ninguno de estos personajes existe teniendo en cuenta que son ellos mismos los que iniciaron y perpetuaron esas mentiras. Pero en fin, a lo que iba.

La única razón por la cual pierdes la inocencia y abrazas el cinismo galopante como forma de vida, es porque prefieres no sentir de nuevo el dolor de ver la realidad tal y como es. La inocencia tiene mucho que ver con la confianza y el optimismo, pensar que algo o alguien va a hacer algo bueno, en lugar de pensar lo peor de las personas. No quiero decir con esto que las personas no suelan hacer lo peor, porque por lo general lo hacen. Quizás uno aprenda a no esperar lo mejor de ellos, pero siempre puedes elegir no esperar nada de ellos. Así cuando hacen algo bueno te sorprenden, y cuando no, tampoco te va a extrañar tanto.

El mundo, tal y como mis padres insistieron durante años en enseñarme sin mucho éxito, no es blanco y negro. Los niños no son un 100% de pureza e inocencia así como el mundo adulto no tiene por qué ser sólo odio y decepción. 

El mundo es una realidad objetiva. La verdad no es subjetiva, tu opinión lo es. Cada uno puede tener su propia opinión, pero no su propia verdad. Esto, vivir en su propia versión del mundo y con tus propias verdades, técnicamente se llama neurosis, y hay que hacérsela ver. El mundo, como dije, es una realidad objetiva, pero la forma en la cual decidimos verla es subjetiva. Y eso hace toda la diferencia. Porque el mundo no es ni bueno ni malo. Eres tu quien decide ver lo bueno o lo malo, y a qué le das más importancia.

Antes dije que la gente tiene mala memoria, y después dije que los niños no son puros e inocentes en su totalidad. Muchos adultos tienen una tendencia bizarra y para mi incomprensible de aferrarse de la idea de que los niños son seres mágicos y babean por todo lo que sea infantil. Yo he estado con niños. Es más, fui niño, y me acuerdo de ello. Los niños son seres puros, pero no en el sentido que carezcan de defectos, sino porque no han incorporado todavía las normas de la sociedad que por un lado nos hacen ser hipócritas e interesados, pero por otro lado nos permiten vivir de forma relativamente civilizada. Es por eso que usted puede terminar un día sin romperle la cara a los tres o cuatro idiotas que por promedio se topa por día.

Los niños son manipuladores (empiezan antes de aprender a hablar), a veces crueles, y muchas veces egoístas. Pero nada de eso es su culpa. Es obligación de los padres cambiarlos. Y si usted piensa que es malo cambiarlos de ese estado "puro" de infancia, la próxima vez que se queje de un político corrupto, de un conductor que le tira el auto encima o alguien que lo empuje en una fila, piense que cada una de esas personas es un niño al que no le enseñaron con suficiente esmero que ser egoísta y pensar sólo en él y su propia comodidad es malo.

Nuestro cerebro tiende a olvidar los malos recuerdos (a menos que hayan sido tan fuertes que producen un trauma) y a mejorar los buenos recuerdos. Por eso la gente tiene la ilusión de que todo tiempo pasado fue mejor. Lo mismo pasa cuando se es niño. Piensan que uno vivía feliz y sin preocupaciones, porque han olvidado que a esa edad también tenían problemas, pero eran de otro tipo. Cosas que ahora nos parecen tonterías sin importancia eran eventos trágicos. Que tu mamá no te dejase ir a jugar con un amigo, o que te hicieran sentar junto a alguien que no te caía bien en un almuerzo, que no te comprasen un juguete o simplemente acompañar a alguno de tus padres a hacer un trámite en vez de quedarse jugando en casa eran sucesos terribles. 

La nostalgia, la inocencia y la nostalgia de la inocencia me parecen más bien trampas del intelecto, una manera más de intentar creer que existe algo mejor de lo que se tiene delante. La vida no es tan terrible. Sí, quizás duela un poco. Pero eso no es el fin del mundo.